11 enero 2011

Cerca de 800 desocupados aguardan por trabajo

En Cochabamba, alrededor de 800 personas aguardan todos los días en inmediaciones del mercado Calatayud y el Cruce Taquiña (zona norte) por trabajo.
Una gran mayoría de ellos pertenece al ámbito de la construcción y están desocupados. Se trata de plomeros, pintores y albañiles, éstos últimos que son el grueso del sector y cuyos salarios oscilan entre los 50 y 80 bolivianos por día.  Aunque ser plomero o pintor es más rentable, el sector de la albañilería por ser de fácil accesibilidad, pues capta mano de obra no calificada, predomina en el sector de La Cancha.
Hablando específicamente del trabajo no registrado, es decir el informal, en nuestro país este tipo de empleo alcanza al 65% de la población económicamente activa, según el Colegio de Economistas de Bolivia. Pese a las cifras que indican un crecimiento económico “jamás antes registrado en la historia de nuestro país” y los buenos precios de las materias primas, aproximadamente 2,9 millones de bolivianos recurren a la informalidad para subsistir diariamente.
POBREZA
Para Juan Mamani (40), la jornada laboral, a diferencia de otros trabajadores, comienza a las 05.00 horas. Desde sus 20 años, al igual que varios de sus compañeros, permanece inmerso en el mundo del trabajo informal.
Mamani vive en Villa Israel, zona ubicada a unos 15 kilómetros al sur de la ciudad y una de las más pobres de Cochabamba. Tiene tres hijos y al igual que la mayoría de los trabajadores informales del mercado Calatayud proviene del área rural andina.
Optó por venirse a la ciudad hace más de 15 años, buscando mejores oportunidades de vida ya que según explicó “la ciudad oferta mayores posibilidades de ingresar al mercado laboral” y un espacio que ofrece expectativas de superación. A esto se suman las oportunidades de trabajo en la ciudad que son más grandes que en sus lugares de origen.
“Hay más trabajo en la ciudad. En el campo sólo hay un rubro, toda la vida tienes que trabajar la tierra, pero aquí (Cochabamba) puedes conseguir empleo de albañil o de cualquier cosa”, dijo a tiempo de expresar su deseo de encontrar un empleo fijo que le garantice todos los beneficios como el aguinaldo y en especial una renta para su vejez.
DESEMPLEO
Otro caso es de Walter Serrano (60), que fue primero albañil y hoy es plomero y vicepresidente de la Asociación de Trabajadores Independientes en Construcción Central Calatayud, donde existen 100 afiliados entre obreros despedidos y trabajadores temporarios, todos ellos sin derechos ni contratos laborales.
Serrano, de origen campesino, vive en la populosa zona de Villa Sebastián Pagador a unos 20 kilómetros al sur de la ciudad.
“Tenía la esperanza de conseguir un trabajo fijo con el ascenso del presidente Evo Morales pero al fin de cuentas estamos en las mismas”, relata.
Hoy en día, por su edad, sabe que no encontrará empleo en una empresa.
“Ni siquiera toman a los jóvenes”, dice mirando a su amigo, un desempleado de 20 años.
En Cochabamba, el desempleo se percibe, sobre todo, en los mayores de 50 años y jóvenes de colegios que en estas fechas suelen salir a buscar alguna fuente laboral para costear sus estudios. Las empresas demandan personal de menos de treinta y cinco años. Al llegar a los cincuenta la incertidumbre por conseguir trabajo fijo se ahonda aún más.
LA OFERTA Y DEMANDA
Consultado sobre el precio de los servicios de plomería y construcción, el dirigente manifiesta que esto depende de la oferta y la demanda del mercado.
“Cuando no hay empleadores, cobramos barato, eso es normalmente los días sábados o miércoles porque no hay muchas ofertas”, indicó.
Pese a los esfuerzos hechos por el Estado boliviano, el trabajo informal campea en el país. Muchos empleadores optan por contratar a sus trabajadores sólo por algunos meses para no adquirir compromisos laborales que están establecidos en la ley.
INFORME
Según los datos del Colegio de Economistas de Bolivia, al menos 2,9 millones de bolivianos, que representan el 65 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA), recurren a la informalidad para sobrevivir. El subempleo es más fuerte en las ciudades del eje del país (Santa Cruz, Cochabamba, La Paz y El Alto), donde se presenta el mayor crecimiento de población.
De agricultores a ayudantes de albañil
Los ayudantes de albañil, que son conocidos como “estibadores” son un grupo de jóvenes que están de tránsito -entre el campo y la ciudad- y en ese proceso buscan generar algunos recursos económicos. Su condición de trabajadores ocasionales les lleva a cobrar 40 bolivianos por día que a los trabajadores afiliados les significa un problema.
Los miembros de la Asociación de Trabajadores en Construcción del mercado Calatayud perciben sueldos que son regulados por la oferta y demanda en el mercado.
“Ellos (los estibadores) cobran poco y eso a nosotros nos perjudica”, dijo el secretario de hacienda de la Asociación Calatayud, Pedro Marca a tiempo de reconocer que representan una competencia para su sector.
SU SITUACIÓN
Más allá de esto, los estibadores son matrimonios jóvenes que deciden migrar a las ciudades en busca de mejores días y oportunidades.
Faustino Valencia, vive en Pampa San Miguel (zona sur) tiene 24 años y nació en Tapacarí. Tiene dos hijos varones de 8 y 9 años, su esposa Paulina de 22 años es ayudante de cocina en La Cancha. Ellos esperan otorgarle a sus hijos mejores oportunidades y condiciones de vida. Faustino es un estibador y todas las mañanas arriba al Cruce Taquiña, en busca de un trabajo ocasional. La “competencia”, fue un motivo para que busque otro espacio de trabajo.
“Antes solía estar en el mercado (Calatayud), mucha gente había, ahora busco aquí”, dijo al explicar que tiene que atravesar todos los días la ciudad. Faustino, varias veces sintió ese amargo sabor en la boca por la impotencia de no conseguir lo que uno quiere, en su caso un trabajo. Intentó sin éxito trabajar en una empresa.
Mujeres son las más vulnerables en la informalidad
La directora del Trabajo, Lourdes Bustamante.

En la cadena de la informalidad las mujeres son las más vulnerables.
Los cinco inspectores de la Secretaría Departamental del Trabajo de Cochabamba, se ven rebasados por las innumerables denuncias de explotación laboral.
La directora del Trabajo, Lourdes Bustamante, explicó que la gran mayoría de las denuncias son hechas por las mujeres que prestan sus servicios en el sector de La Cancha como ayudantes de cocina.
“Trabajan desde las seis de la mañana hasta las ocho de la noche por sólo 30 bolivianos día”, manifestó.
En Cochabamba las provincias más pobres Tapacarí y Bolívar, son expulsoras de familias enteras que engrosan el ejército informal urbano.
“El Estado subvenciona espejismo socialista” - Lic. Juan José Ayaviri/ Sociólogo laboral
La informalidad es el reflejo social de que persiste un sistema económico neoliberal pero también la evidencia de que el retorno a un capitalismo de Estado es apenas un discurso.
Ningún economista ha querido decirlo pero, más allá del discurso de un modelo económico alternativo, la incidencia de la informalidad en el universo de la población económicamente activa del país en 2010, es el testimonio social patente de que prevalece un modelo estatal neoliberal cuya característica primigenia – recordemos el 21060 y la relocalización – es desentenderse de la carga social y de la obligatoriedad de generar ocupación sostenible.
CARGA SOCIAL
Hay una carga social remanente de anteriores períodos, sin duda, pero hay también un 5 o 7% de informalidad que se ha generado en este período, según datos del CEDLA y de la Fundación Milenio, cuando deberíamos asistir a un escenario en el que, en teoría, la nacionalización de distintos sectores estratégicos como la minería, los hidrocarburos y las telecomunicaciones, debería haber resuelto la cuestión de estabilidad laboral. Y no ha sido falta de voluntad política. De hecho, las decisiones del Gobierno tendientes al asistencialismo, como la batería de rentas y bonos subvencionados desde el Estado, quieren mostrar un alto compromiso social.
ESPEJISMO SOCIAL
El problema es que cuando las medidas asistenciales se financian primero con regalías hidrocarburíferas, luego con endeudamiento interno y finalmente con créditos internacionales, entonces se hace evidente que no hay un socialismo real, sino un espejismo social subvencionado, que no es sostenible y no hace sino confirmar la incapacidad de que el modelo de Estado genere más seguridad laboral y más empleo estatal que el modelo predecesor en beneficio de la población.
EL TRABAJO
A criterio de Bustamante, el nulo conocimiento de estas familias respecto a la ley laboral ahonda mucho más el problema. Es así que las mujeres son captadas rápidamente por el sector informal. Muchas de ellas se dedican a la lavandería de ropa, vendedoras ambulantes y ayudantes de cocina. La situación se agudiza aún más cuando estudios de la Secretaría del Trabajo develan que el conocimiento de las leyes laborales en este sector es nulo.
Otra de las complicaciones para evitar una mayor explotación de las trabajadoras informales es la reducida cantidad de inspectores con que cuenta la entidad laboral para localizar y encaminar las denuncias hechas.
EXPLOTACIÓN
La última denuncia en la Secretaría Departamental del Trabajo, está relacionada con una menor de 13 años de la zona sur, que fue explotada laboralmente en un restaurante del sector de La Cancha. Recibía un salario de 450 bolivianos y trabajaba desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche, según reporte.
Las proyecciones realizadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE) dan cuenta que Cochabamba cuenta con más de un millón de habitantes, de los cuáles 525.609 se encuentran entre los rangos de 19 y 30 años de edad.

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