16 noviembre 2012

Aquellos malos jefes

Existen muchas formas en las que un jefe puede ser malo. "Se podría hacer una lista interminable", dice Scot Melland, presidente ejecutivo de Dice Holdings, un proveedor de sitios de carreras especializado con sede en Nueva York. A algunos jefes les gusta intimidar y otros no ayudan a sus subordinados a desarrollar sus habilidades. Un arquetipo particularmente molesto de jefe es el que no tiene vida personal y asume que sus empleados tampoco.

"Es el que se aparece por la oficina a las seis de la tarde y empieza a asignarle una tarea o se pone a hablar", dice Melland. "Esto se filtra en su vida personal y si uno no tiene cuidado, termina perdiendo el contacto con la familia y los amigos". De acuerdo con nuevos datos de la experta Michelle McQuaid, más de seis de cada 10 trabajadores dicen que estarían más contentos con un jefe mejor. En comparación, apenas cuatro de cada 10 preferirían un aumento de sueldo. Los resultados se basan en una encuesta realizada en agosto a 1.000 personas en Estados Unidos. Los jefes deficientes no desaparecerán muy pronto. Muchos empleadores han hecho recortes en la capacitación gerencial que ayuda a los altos cargos a mejorar. Los jefes sin sus propias vidas personales no son los únicos malos. A continuación, otros tres tipos:

Poco comunicativo. Los jefes con expectativas poco claras dificultan que sus subordinados alcancen metas profesionales. Los malos comunicadores también pueden tener problemas para ofrecer comentarios o críticas. "Emitir un mensaje duro es tal vez el elemento más importante para cualquier persona en una posición de liderazgo", dice Tish Squillaro, presidenta ejecutiva de Candor Consulting, una firma asesora de liderazgo y desarrollo organizacional. "Dar un mensaje contundente puede ser doloroso", añade, pero en el largo plazo, "uno está haciendo más efectivo a esa persona o a ese grupo".

Los todólogos. Los jefes que se encargan hasta del más mínimo detalle tienen problemas para delegar, lo que conduce a ineficiencias. "Quienes tienen que reportarse a ellos directamente no tienen una función significativa", dice Shalhoop.

Cero riesgos. Los jefes que son muy reacios al riesgo y no pueden tomar decisiones son problemáticos. "Una cosa es ser conservador y aún así producir, pero otra cosa es negarse a tomar una decisión porque hay una posibilidad de que algo no funcione a la perfección", dice Shalhoop. "El equipo de este tipo de jefe no puede hacer nada. El trabajo se paraliza".

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