09 agosto 2013

Niños que trabajan en las calles denuncian extorsión

“Nos pide dinero siempre, si no se lo damos nos amenaza con botarnos”. Juan, de 10 años, habla calmado mientras los vehículos pasan y él descansa en una de las aceras de la avenida 16 de Julio de La Paz.

Junto a él, Víctor (7), Coco (7) y Miguel (9) se instalan en esa acera cada día, esperando a que el semáforo cambie de verde a rojo para vender golosinas, hacer piruetas o simplemente alguna payasada a cambio de unas monedas.

No siempre están en ese lugar y a veces son más de tres. Tienen que rotar por diferentes espacios de la urbe, siempre moverse porque, según cuentan, alguien los vigila y les cobrará una cuota si los ve ganando dinero en alguna de las esquinas que tienen “dueño”.

“Le dicen El Gato y habla como extranjero, no sé si español o argentino, habla raro”, comenta Juan, mirando a los lados, buscándolo entre la gente que cruza. No ve en ese momento al sujeto, pero asegura que se aprovecha de ellos y de sus ganancias.

Miguel y sus otros compañeros trabajadores de la calle afirman que lo que les pide esa persona equivale al 10% de lo que gana cada uno de ellos en un día de trabajo; esto puede ser desde unos pocos centavos hasta casi 60 bolivianos.

Compartiendo ganancias

“Nos pregunta cuánto hemos juntado (de dinero), no se pone violento, pero igual le decimos para ahorrarnos problemas. Si ganamos 20 (bolivianos) nos pide dos, si ganamos 60, nos pide seis”, manifiesta Juan.

Los niños cuentan que son cinco las esquinas que El Gato maneja o vigila, éstas están ubicadas en El Prado y San Pedro (ver cuadro).

Juan también revela que al menos 15 niños le pagan esa especie de “comisión”, aunque no todos lo hacen al mismo tiempo.

“Como es molesto estar dando parte de tu plata, muchas veces nos movemos a otros lados, como la plaza Abaroa o a Miraflores, pero no se gana tan bien como aquí, así que tenemos que volver”.

Sus compañeros corren entre los carros con cajas de dulces y cigarrillos, venden caramelos y Juan, más alto y ágil de los tres, hace piruetas sobre el paso de cebra, hasta que la luz empieza a cambiar.

“Los tres tenemos padres y vamos al colegio, no estamos solos ni desamparados, pero preferimos ahorrarnos problemas”, dice, mientras en otras esquinas de El Prado, según los cuatro entrevistados, otros niños repiten piruetas y venden dulces con menos éxito.

En la esquina opuesta de El Prado, otros tres niños Pedro, Micaela y Marcelo limpian parabrisas para ganarse la vida; revelan que también pagan un porcentaje a El Gato para trabajar en esa esquina.

“Es justo, es una buena esquina y sólo nos pide una parte pequeña”, comenta Marcelo (11).

De acuerdo con la representante departamental de la Defensoría del Pueblo, Teófila Guarachi, este caso merece ser investigado ya que, de confirmarse la queja, se trataría de explotación infantil.

“Nadie puede pedirles nada a los niños que trabajan, de hacerlo estaría incurriendo en un delito penado por la ley”, señaló. Además, comprometió una investigación para luego derivarla a la Defensoría de la Niñez .

Juan vuelve a la acera con una sonrisa, un conductor le invitó una manzana roja y grande. Él le da un gran mordisco, entretanto, sus compañeros practican sus volteretas detrás suyo, peleándose por ver quién lo hace mejor.

“Qué bueno que me dieron una fruta, esto no tengo que compartirlo con nadie”, asegura. Una sonrisa es su gesto de victoria.

Opinión
VÍctor Vacaflores Capítulo Boliviano de DDHHNinguna persona puede amenazar a un niño para recibir un beneficio de su trabajo, eso es un delito y debería ser denunciado inmediatamente a las autoridades competentes. Un niño tiene derecho a trabajar en la calle como cualquier otra persona, es un derecho que tenemos todos y nadie puede quitarte mediante cobros indebidos.Si se comprueba que hay una persona adulta cobrándoles a los niños por trabajar en un lugar u otro; en primera instancia ese sujeto no es dueño de la calle, segundo lo que esta haciendo es extorsionar a los niños.

Los menores deben realizar una denuncia, de otro modo la persona que les quita parte de su dinero lo seguirá haciendo, pero deben hacerlo de manera anónima, para librarse de posibles represalias. También es crucial saber si los padres de los niños conocen la situación y que postura tomarán en torno a una eventual denuncia.



Mujer explotaba a su sobrino
En El Alto, la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen rescató a un niño que era explotado laboralmente por su tía.

El menor era obligado a trabajar como voceador de minibuses y su familiar se quedaba con la remuneración que éste percibía, según reportó la red PAT.

Además, se supo que la tía le enviaba al colegio sólo para aprovecharse del bono Juancito Pinto que le correspondía cada año.

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