19 marzo 2016

Vislumbres sobre el incremento salarial 2016 en Bolivia



Para el presente año, por lógica este incremento debe estar por encima del 2.95%, lo que supone que las expectativas de los trabajadores no son altas, pues el INE calculó contra todo pronóstico una inflación baja para 2015.

El Gobierno, indudablemente, realizó ajustes importantes tanto al salario mínimo nacional —276% de incremento nominal desde 2006 y 87% en términos reales— como a los salarios a través de incrementos superiores a la tasa de inflación del periodo anterior, aunque hubo mucha polémica respecto al cambio de metodología de su cálculo a partir de 2007. Así también, diversas políticas públicas beneficiaron a los trabajadores, por ejemplo el doble aguinaldo —en función al crecimiento económico del PIB, que para este año se proyecta estará por el orden de 5.01% a 5.05%.

Según lo mostrado por el Gobierno recientemente en medios de comunicación, este tipo de políticas le proporcionaría altos réditos políticos “muy esperados”; sin embargo, las denuncias de corrupción y actitudes contradictorias antes del referéndum del 21 de febrero eclipsaron parcialmente sus intenciones de mantenerse en el poder. No obstante, en el país se debe arribar pronto a una determinación de la cuantía del incremento salarial, y al Gobierno no parece que le afectará sobre todo económicamente.

La pérdida del poder adquisitivo está relacionada indirectamente con la inflación, quiere decir que a mayor inflación, mayor pérdida del poder adquisitivo. En los últimos seis años el incremento del salario se realizó por encima de la tasa de inflación de la gestión anterior. Este aumento no se explica a través de una proyección estadística, sino que es resultado principalmente de presiones y negociaciones, y por supuesto se toma como base de la inflación del año anterior.

Para este 2016, por lógica este incremento debe estar por encima del 2.95%, lo que supone que las expectativas de los trabajadores no son altas, pues el INE calculó contra todo pronóstico —de entidades no dependientes del Gobierno— una inflación baja para 2015. Dirigentes de la COB manifestaron que una política salarial no debe tomar en cuenta la inflación, sino la canasta familiar. Por otra parte, el Ministro de Trabajo dijo que el incremento será por encima de la inflación del año anterior.

Como vino sucediendo, se espera que para el 1 de Mayo el Gobierno promulgue el decreto supremo que establezca el incremento salarial.

El Gobierno y la COB negociarán próximamente y, al parecer, los aspectos políticos influirán en gran medida en los resultados.

Ante una situación todavía incierta, pero que no deja de ser delicada —ya que afectará al bolsillo de los trabajadores, que aproximadamente representan el 20% de la Población Económicamente Activa (PEA)— nadie podría tener la mínima certeza de su desenlace, ya que después del referéndum el Gobierno mostró una actitud dura frente a la población, sobre todo del área urbana, y por otra parte, el presente y el futuro del país no repetirá la bondad económica de los años precedentes, por lo que los recursos para financiar un incremento salarial —aunque pequeño— no son suficientes. Y para la población trabajadora, ningún incremento pasado fue suficiente para cubrir la inflación sufrida en la vida real, por lo que se puede advertir una tensión natural.

Finalizo con algunas de muchas preguntas que al respecto podemos hacernos y que pueden motivar el seguimiento y la complementación del tema:
¿Continuará el Gobierno con las medidas salariales pasadas, dado que sus proyecciones de crecimiento del PIB e inflación para el 2016 —5.05% y 5.3%, respectivamente— no difieren en gran medida de las de años anteriores?

¿La ratificación oficial reciente del apoyo de la COB al proceso de cambio y al referendo será favorable para la negociación?

¿Las políticas salariales del Gobierno incentivan el crecimiento de las inversiones suficientes para transformar el aparato productivo atrasado y poco competitivo?

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