El salario mínimo impulsa el desempleo sobre todo de jóvenes, debido a que las empresas de este grupo etario tienen baja productividad por su falta de experiencia y conocimiento, lo que está comprobado por investigaciones económicas, señala el analista Armando Méndez.
Una política que incentiva el desempleo, sobre todo en los jóvenes, es la política del salario mínimo que está generalizado, a partir de la creencia de que constituye una "conquista social", opina el Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas y ex presidente del Banco Central de Bolivia.
El salario mínimo estimula el paro porque "las empresas no están dispuestas a pagar salarios que consideran están por encima de su productividad", entonces "al no tener ninguna experiencia laboral los jóvenes tienen baja productividad y mientras no tienen la oportunidad de conseguir un empleo no aprenden a trabajar".
Méndez afirma que "cuanto más tiempo demoran (los jóvenes) en incorporarse al trabajo pierden la oportunidad de hacerse productivos. Y esto es así porque cada vez tiene menor valor el trabajo no calificado, mecánico o rutinario", remarca.
En países de alta informalidad como Bolivia "operan completamente las libres leyes de la oferta y demanda, pero con el agravante que se mueven sin ninguna normatividad legal", añade Méndez al señalar que "encontrar empleo formal en Bolivia, es una lotería".
Por otro lado, asegura que en Bolivia "el alto nivel de empleo que se tiene, básicamente está explicado porque en los mercados del trabajo informales no existe el salario mínimo ni se cumple con ningún aumento dispuesto por el gobierno".
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