26 junio 2017
El Gobierno incumple con el Convenio 131 de fijación de salarios mínimos
El experto peruano, a través de una entrevista telefónica con este medio, se refiere también a la ausencia de datos “frescos” sobre la calidad del empleo en Bolivia, lo que impide al organismo de Naciones Unidas fijar una posición sobre el tema.
El 27 de abril, la administración del presidente Evo Morales y la Central Obrera Boliviana (COB) acordaron un incremento salarial de 7% al haber básico y de 10,8% al mínimo nacional “a pedido” del ente matriz de los trabajadores, “dejando el Gobierno salvada su responsabilidad en el caso de presentarse efectos negativos sobre el empleo”. La determinación, tomada en un momento de desaceleración de la economía y con el más alto desempleo en los últimos ocho años (4,1%), generó el rechazo de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), que fue “excluida sistemáticamente” de este tipo de decisiones. Así, producto de la política salarial del Gobierno, entre 2006 y este año, el incremento al salario mínimo nacional (SMN) acumuló un 163% y al sueldo básico un 97,5%, mientras que la inflación sumó un 73,08%, si se toma en cuenta el 5% calculado para esta gestión.
— ¿Cómo evalúa el actual mercado laboral de Bolivia?
— Los mercados laborales no están desvinculados de lo que ocurre con las economías. En ese nivel, lo que uno encuentra es que —no obstante haber disminuido su ritmo de expansión— el Producto Interno Bruto (PIB) del país sigue creciendo un poco más allá del 4%, lo cual es bastante significativo en términos de la región. Esto repercute en el mercado laboral, que ha continuado incorporando mano de obra, pero no con la intensidad de años anteriores. También se observa que se ha registrado un aumento en la tasa de desempleo abierto, que al ser comparada con las de la región es de las más bajas. Entonces, lo que podemos decir es que la desaceleración de la actividad económica ha impactado en las cifras de empleo, aminorando la creación de puestos de trabajo e incrementando un poco el desempleo. Pero, en general, cuando lo comparamos con los de la región, encontramos que los indicadores del mercado laboral bolivianos están un poco mejor que el promedio regional.
— ¿Qué datos tiene sobre la calidad del empleo en el país?
— Un elemento para medir el empleo de calidad es el peso que tiene el trabajo informal en el conjunto del empleo en el país. Para el caso de Bolivia, no hay información reciente sobre los indicadores que nos dan una imagen de cómo está la calidad del empleo, como qué cantidad de trabajadores están cubiertos por la seguridad social o cuál es el grado de cobertura del salario mínimo.
— ¿Cuántos años de rezago tiene la disponibilidad de esta data del Estado Plurinacional?
— Más de cinco años, y han pasado muchas cosas en ese tiempo como para poder decir hoy algo sobre el empleo de calidad.
— De acuerdo con las últimas cifras a las que accedió la OIT, ¿cuál es el porcentaje de empleo informal en Bolivia?
— La aproximación no es tanto por empleo informal, sino por sector informal, porque la data que producía la oficina respectiva en Bolivia permitía llegar al 70%, sumando el sector semiempresarial más el de cuentapropistas.
— Según el sector privado, mantener en el país las actuales políticas de incremento salarial puede, en un contexto de desaceleración, aumentar el desempleo en el corto plazo. ¿Cómo analiza esta situación?
— Lo que es cierto es que Bolivia está entre los cuatro países de América Latina donde ha aumentado más el salario mínimo. Ese aumento ha tenido impactos en el aumento del desempleo. (NdE. El SMN se cuadruplicó en el periodo 2006-2017). Las tasas menores de desocupación que se observaron hasta 2014 han empezado a subir en los dos últimos años. Entonces, la asociación entre el aumento del salario mínimo y el desempleo se da cuando la economía se desacelera en demasía y cuando el porcentaje del SMN sube en mucho más que el promedio de remuneraciones de un país. Analizando las cifras de Bolivia, el salario mínimo de Bs 1.800 de 2016 estaba más o menos al 33% de la remuneración media nominal del país, un porcentaje que se asemeja al peso relativo que tienen los salarios mínimos en los países de la OCDE, entre un 30 a un 50%. (NdE. El bloque mencionado, estigmatizado como “el Club de los Países Ricos”, está conformado por las 35 economías más desarrolladas del mundo). Entonces, el SMN de Bolivia está en ese rango, pero eso no significa que no pueda haber impactos, sobre todo cuando el marco institucional para acordar o negociar el salario mínimo no se ajustan mucho, por ejemplo, a lo que señala el Convenio 131 de la OIT sobre la fijación de salario mínimo, el cual indica de que tanto las organizaciones de empleadores como las de los trabajadores más el Gobierno deberían participar en espacios de diálogo para concordar los aumentos.
— ¿La norma fue convalidada por el Estado Plurinacional?
— El Convenio 131 está vigente y ha sido ratificado por el Gobierno boliviano (...). Muchas veces, cuando no hay participación de todas las partes involucradas, pueden haber algunos problemas o algunos efectos no deseados derivados de esa situación de no diálogo. Por eso, el Convenio 131 indica que son las tres partes las que deben discutir en esta materia.
— ¿Cuáles pueden ser estos efectos en el caso del país?
— Bolivia tiene un mercado laboral muy parecido al de varios países andinos, que tienen una importante participación de trabajo por cuenta propia e informal. Y lo que suele ocurrir es que, cuando las economías se desaceleran, no aumenta tanto el desempleo, sino se incrementa el empleo informal y el independiente, y se observa un retiro del mercado de trabajo de, sobre todo, jóvenes y mujeres con bajos niveles de calificación. Estas personas ya no salen a buscar empleo porque tienen una percepción adversa de la economía. Lo contrario ocurre en países en los que entre el 70 u 80% de la fuerza laboral es asalariada, la desaceleración de la economía los afecta en las tasas de desempleo abierto.
— ¿Por qué no se entiende como desempleo este retroceso de una posición de búsqueda activa de trabajo a una inactiva?
— Eso tiene que ver con la definición de desempleo. Si me hicieran hoy una encuesta, el instituto de estadística me calificaría como desempleado si estuviera buscando trabajo, pero no lo he encontrado, pero no aparezco como desempleado si habría dejado de buscar trabajo hace seis meses porque no lo encontraba. Ahí la estadística debiera permitir identificar otra categoría de desempleo que es el oculto, es decir, aquel desempleo que acontece por el efecto desaliento.
— Volviendo a la cuestión del sector privado boliviano, la negociación de los incrementos sin tomar en cuenta a las empresas, ¿qué efectos podría causar en el rubro en el corto plazo?
— En el caso de Bolivia, hay una institucionalidad que no está completa, porque se sabe cuándo va a haber el incremento del SMN, pero no todas las partes están sentadas en la mesa de diálogo, lo que incorpora un elemento de impredictibilidad. Es decir, si el sector empresarial participara de las negociaciones podría internalizar más pronto cualquier porcentaje de aumento, pero al no participar hay una situación de impredictibilidad que puede afectar decisiones futuras.
— ¿Es sostenible para el empresariado nacional responder a incrementos elevados sin participar de las decisiones?
— Toda empresa puede absorber costos siempre que tenga demanda y mejoras de la productividad. Si las mejoras salariales van de la mano de una mayor eficiencia en la producción y del crecimiento de la economía, no habría problema. Lo que habría que trabajar son estudios para medir hasta qué punto los aumentos salariales que son incorporados por las empresas guardan correspondencia con las mejoras en su productividad.
— ¿Los aumentos salariales en Bolivia han estado acompañados por mejoras en la productividad de las empresas?
— La medición de la productividad es complicada. La forma más rápida de calcular este índice es dividir el PIB real del país sobre el número de población ocupada y lo que se observa es que, en los últimos años, ha habido en ese ratio una mejora en la productividad. Pero habría que tomar en cuenta todos los factores, no solamente la productividad del trabajo, sino también del capital, de las empresas, y en el caso boliviano no he encontrado esa información.
— ¿Qué cambios se pueden esperar en el desempleo de Bolivia en los próximos años?
— Va a depender de cuál sea el rumbo de la economía. Si la actividad económica se mantiene como hasta ahora, más que un alza en la tasas de desempleo lo que podría ocurrir es un mayor aumento del trabajo independiente y del empleo en condiciones de informalidad. Así que a mediano y largo plazo, lo que habría que buscar es la diversificación de los aparatos productivos. A corto plazo, dependiendo de sus capacidades, los gobiernos van a tener que implementar políticas activas de mercado de trabajo, es decir, políticas de formación que permitan inyectar a la economía mano de obra con mayor calificación.
— ¿Cómo ve la capacidad de generación de empleo del país?
— El Gobierno ha lanzado un plan de obras que busca ayudar a que la economía genere 60.600 puestos de trabajo. Analizando unos 10 años de la economía plurinacional, hemos encontrado que la elasticidad empleo-producto de Bolivia es del 0,5%, eso significa que el primero crecerá en medio punto si el segundo se expande en 1%, que la ocupación aumentará en 1% si el PIB avanza en 2%. Entonces, ese indicador nos dice que si se mantienen las actuales condiciones, si la economía crece en 4% o más, el empleo crecerá en 2%. Ese dato tendría que contemplarse en perspectiva tomando en cuenta la población económicamente activa de Bolivia, que está por los 5,3 millones.
— ¿Qué sector privado de los países andinos se encuentra con mejor proyección tomando en cuenta la política salarial de los mercados en los que operan?
— Si uno la compara con América del Sur encuentra que en la región andina en general —a diferencia de otros países, que están en recesión— la economía aún está creciendo y eso le da todavía oportunidades para desarrollarse al sector privado, el cual juega un rol importante porque es el que invierte y crea puestos de trabajo.
Perfil
Nombre: Julio Gamero
Profesión: Economista
Cargo: Especialista en Empleo y Políticas de Empleo de la OIT
Comprometido con el empleo para el desarrollo
El economista de la Universidad del Pacífico (Perú) obtuvo su Maestría en Gestión y Desarrollo en la Universidad Nacional de Ingeniería de ese país. Cuenta con estudios de especialización en empleo y proyectos sociales en instituciones como el Prealc de la OIT, el Indes del BID y la CEPAL. Fue profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú, presidente de Desco, gerente de CRS y Copeme, coordinador de los proyectos sociolaborales en la Comunidad Andina, viceministro de Promoción del Empleo y Microempresa y miembro del Comité Consultivo de Empleo del Ministerio de Trabajo y de la Agencia Peruana de Cooperación Internacional, entre muchos otros cargos. Cuenta con diversas publicaciones en temas de empleo y desarrollo..
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