12 junio 2017

Niños trabajan para ayudar a sus familias y para estudiar



“Quiero ser cantante, voy a trabajar unos 10 años más aquí para ahorrar”, contó un niño de siete años, Beltrán, quien debe trabajar en el Cementerio General para ayudar a su familia. Pero eso no le impide soñar y valorar sus ingresos para alcanzar sus anhelos.

Los niños trabajadores del Cementerio General se debaten entre la inseguridad de generar un ingreso para su familia y la ausencia de apoyo para organizarse o al menos identificarse como trabajadores. En el día que se conmemora al niño trabajador se ponen en evidencia los retos que enfrenta este sector.

“Muchos no quieren darnos trabajo porque creen que somos ladrones o que les vamos a hacer mal, no saben que somos trabajadores” contó un niño de 11 años, “El Chema”, de 11 años.

Era domingo y había demanda, por lo que Beltrán y otros cuatro niños trabajadores dieron un respiro a su faena y comenzaron a describir una cruel pero desapercibida postal del trabajo infantil.

“Me levanto temprano para hacer por lo menos cuatro horas todos los días; con eso gano unos 40 bolivianos que me alcanza para comer, mi recreo y ayudarle a mi mamá. En la tarde voy a clases”, expresó Álvaro, de ocho años.

La charla permitió ponerle rostro a la naturalización del trabajo infantil, muchas veces olvidado y que expone a numerosos riesgos. “Es tranquilo, aquí no explotan, en otras partes es grave y a los más chicos, peor. Limpiamos los nichos, sabemos sacar brillo, cargar agua, lavar, rezar”, dijo “El Chema”.

“Esos chicos que están muchas horas en estos lugares después no están en la escuela”, dijo una de las guardias del cementerio. Agregó que el grupo de trabajadores infantiles del lugar alcanza a medio centenar y el más pequeño tiene cuatro años.

Por su parte, la Defensoría del Pueblo considera que esta temática debe acercarse y abrazar la realidad boliviana hacia desafíos de inmediato y a largo plazo. “Si bien esta realidad expresa el nivel del desarrollo económico del país, que lleva a las familias de escasos recursos a la utilización de la fuerza de trabajo de niñas y niños, es necesario partir de reconocer que los infantes trabajadores luchan por su derecho al trabajo, y es deber del Estado protegerlos”, informó el defensor del Pueblo, David Tezanos.



HAY UNOS 250 MILLONES

La Oficina Internacional del Trabajo estima que la cantidad de niños, de entre 5 y 17 años, que trabajan como mano de obra barata ronda los 250 millones en el mundo.

El “trabajo” infantil más destructivo es la prostitución. Aproximadamente 2 millones de niños caen en esta área de empleo en todo el mundo.

Según el Ministerio de Educación, en Bolivia hay 34 mil menores de edad que estudian y trabajan con un pago. Esto representa el 1,22 por ciento de los 2,8 millones de matriculados en educación regular.

El Código Niño, Niña y Adolescente del país (que establece los 12 años como edad permitida para comenzar a trabajar) en cuanto a la edad, es contrario al Convenio Internacional 182 sobre las peores formas de trabajo infantil.

En 2014, se promulgó el Código Niña, Niño y Adolescente y se lo está aplicando paulatinamente. En la Ley, queda muy claro que el trabajo infantil no se garantiza ni se otorga como derecho.

Sin embargo, se establece una excepción como medida de protección, porque al no ser establecido puede generar clandestinidad fuera de la protección del Estado.

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