Un estudio sobre la industria manufacturera en cuatro ciudades del país muestra que entre 2004-2007 el empleo sectorial aumentó en un ritmo del 2,6% anual, cuando el producto manufacturero creció a una tasa promedio del 5,6%.
El Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), en un acuerdo con el Fondo de Cooperación al Desarrollo Solidaridad Socialista (Fos), explica que existen varios factores que explican que “una expansión tan importante” de la producción de este sector “no tenga un mayor efecto en el empleo”.
Expresan que el primer factor deriva de la configuración del aparato productivo industrial. Para ello, utilizan la información del último censo de establecimientos económicos realizado en 1992, que registró la existencia de un reducido número de empresas grandes, 738 establecimientos, y 12.845 diversas pequeñas unidades de producción.
En Santa Cruz y La Paz tenían mayor peso las empresas grandes y medianas en los rubros textiles y alimentos; mientras que en el de confecciones estaban los pequeños establecimientos. No utilizan el concepto de microempresas.
“A juzgar por las aproximaciones parciales posteriores, esta estructura prevalece sin modificaciones sustantivas en los 2000, es decir, sin cambios suficientes en la dotación de capital fijo y en la productividad de la mayor parte de las unidades económicas, lo que les resta competitividad y capacidad de generar nuevos empleos”, señala el estudio.
Capacidad. El segundo factor que influye en este bajo crecimiento se relaciona a las inversiones que pueden realizar las grandes empresas frente a las más pequeñas unidades.
En la gran industria y la manufactura moderna, la adquisición de nuevas máquinas y tecnologías contribuye a elevar la productividad y permite aumentar los volúmenes del producto físico; sin embargo, indican que aprovechan esta capacidad instalada “con la misma dotación de trabajadores e incluso con una menor demanda de trabajo”.
“En los grupos tecnológicamente más atrasados —pequeños productores y subcontratistas de grandes empresas— la menor productividad laboral es compensada con el aumento en pequeña escala de los volúmnes de mano de obra”.
Sin embargo, aclaran que los productores vinculados directa o a través de la subcontratación con los mercados externos (empresas exportadoras), “la capacidad de generación de nuevos empleos y su sotenibilidad continúa siendo muy limitada”.
El tercer factor analiza el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) que en la década de los 2000 “estuvo impulsado principalmente por el aumento en los precios más que por variaciones sostenidas en los volúmenes físicos de producción”.
Por tanto, concluyen en el estudio que “el saldo neto es un reducido crecimiento del empleo, que apenas llegó al 2,6% anual en promedio, durante el ciclo de recuperación”.
Distribución. En el 2007, la industria manufacturera ocupaba aproximadamente a 281.000 personas en las ciudades de La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y El Alto. Este dato, en términos absolutos, proviene de las encuestas de hogares del INE. “Casi 25% más que en el 2001; es decir, que cada año se crearon en promedio cerca de 9.500 nuevos empleos”.
En el 2001, El Alto ocupaba a 70.856 trabajadores; Santa Cruz a 69.699; La Paz tenía 37.713 y Cochabamba contaba con 36.759 empleos, en los rubros de alimentos, textiles y prendas de vestir, seleccionados por el estudio del Cedla.
En el 2007 el cambio pone en primer lugar a Santa Cruz con 98.056 trabajadores; le sigue El Alto con 74.909; Cochabamba con 60.747 y La Paz queda en último lugar con 47.718 personas empleadas.
En el 2001, el total del empleo manufacturero en esas cuatro ciudades y rubros seleccionados registraba a 215.027 trabajadores. En el 2007, esa cifra sube a 281.430 trabajadores. Alimentos, textiles y prendas de vestir ocupaban el 73% del total del empleo manufacturero. Ese porcentaje bajó al 55,9%.
“Una tendencia presente en todas las ciudades con porcentajes diferenciados de disminución. Otros rubros intensivos en mano de obra como madera y muebles de madera (Santa Cruz), cuero y productos de cuero (Cochabamba) y joyería de oro (La Paz-El Alto) les ganaron la delantera en la generación de empleos”, subrayan en el estudio.
Formalidad. “Los trabajadores formalmente cubiertos por la legislación laboral no representan más del 26%, llegan al 44% en alimentos, al 21% en confecciones y apenas al 16% en textiles”, precisan en el estudio del Cedla. Explican que las encuestas de hogares realizadas por el INE, a pesar de sus limitaciones para una diferenciación precisa, “brindan una mejor aproximación a la magnitud del empleo por formas de organización del trabajo”.
En ese marco, en el 2007, el 51,6% de los trabajadores estaban ocupados en el trabajo artesanal. El resto, 48,4%, en las grandes, medianas y pequeñas empresas; de este porcentaje “la manufactura y la gran industria lo hacían con el 26,1%. Es decir, que las formas más avanzadas ocupaban a menos de tres de cada 10 trabajadores de la industria manufacturera”.
En relación al género, un 60% de los ocupados eran hombres y el 40% eran mujeres, en el 2007. El estudio también detalla que los ocupados en promedio tenían 38 años. Los de menor edad trabajan en textiles. Los más jóvenes, de ambos sexos, están ocupados en El Alto y Cochabamba. En cuanto a los años de estudio aprobados en promedio no terminaron la secundaria.
Cedla y fabriles impulsan estudios
El Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), en un acuerdo con el Fondo de Cooperación al Desarrollo Solidaridad Socialista (Fos) en el marco del Programa de fortalecimiento institucional del Fos con la Confederación General de Trabajadores Fabriles de Bolivia, realizaron el estudio Industria manufacturera Los sindicatos frente a la precariedad laboral, documento que fue concluido en agosto de este año. La publicación se puede encontrar en la página web del Cedla.
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