06 abril 2016

Oficios esenciales que hizo desaparecer la tecnología



La identidad de las ciudades suele estar marcada por el ir y venir de la gente realizando sus actividades y oficios. La Tarija de hace 100 o 50 años lucía diferente en virtud de las necesidades de esas épocas en cuanto a oficios y trabajos que eran realizados para satisfacer la demanda de la gente.

En la Tarija de inicios de siglo era muy común por ejemplo la labor de los lectores de bandos, quienes eran los medios de comunicación de la época, personas con dotes de oratoria muy particulares y con voces privilegiadas que les daban las cualidades para trasmitir la información que podía consistir en lecturas de las disposiciones del Gobierno Nacional o Departamental, u otro tipo de anuncios de interés de la población. Es unos de los oficios que se puede decir que existió desde la Colonia, según relata Eduardo Trigo O’Connor d’Arlach y que se prolongó por lo menos hasta la década de los años 50 cuando se comenzó a masificar el alcance de los medios de comunicación como la radio y la prensa escrita. “Recuerdo que el doctor Víctor Paz Estenssoro me contaba que cuando era niño había un señor de nombre Galdino Morales quien leía los bandos y él lo recordaba muy bien”, relata Trigo en referencia al rol de estos funcionarios a inicios del siglo. Uno de los más conocidos, quien ejerció este oficio, fue Antonio Madalleno, un ciudadano de origen italiano quien recorría las calles del centro de la ciudad, se paraba en una esquina y procedía a leer el bando, muchas veces acompañado por una banda de música, a modo de llamar la atención del público, recuerda Trigo. También solían leer bandos destinados a publicitar acontecimientos o eventos como por ejemplo una función de box. “Se iban a las esquinas donde circulaba más gente y llevaba una cornetita para atraer la atención de la gente y decía cuándo y dónde se iba a llevar a cabo la función de box”, recuerda Oscar Chávez Ferreira, quien aún pudo ver a los lectores de bandos durante su infancia. También cumplían una función durante los entierros, en donde daban discursos resaltando las virtudes del difunto, haciendo gala de sus dotes de oratoria y su voz privilegiada. De acuerdo a Eduardo Trigo, en la década de los 70, la Alcaldía Municipal de Tarija, al iniciativa de su oficial Mayor, Ramón Cortez, trató de restablecer la lectura de bandos como parte de la tradición de la ciudad, pero no tuvo la repercusión esperada debido a que ya los medios de comunicación eran parte de la vida cotidiana de Tarija. El Telegrafista es otro de los oficios que en su momento jugaba un papel muy importante en la dinámica de la vida cotidiana y social de los tarijeños, eran épocas en que los jóvenes aprendían el oficio de telegrafistas a modo de aprendices y luego hacían carrera en ese rubro. Su talento consistía en saber codificar y decodificar la clave Morse que se utilizaba para enviar mensajes que debían ser breves ya que se cobraba por palabra. “En la oficina de la Prefectura estaba la oficina de telecomunicaciones con el telégrafo, ahí llegaban las noticias de La Paz que eran transcritas y pegadas en la pizarra de la plaza en donde la gente podía leerlas”, recuerda Trigo. Los telegrafistas, lo mismo que las operadoras de los primeros años de la telefonía, tenían acceso a la información que llegaba, tanto de orden público como privado. Siguiendo en el rubro de las comunicaciones están los carteros, quienes llegaban hasta la puerta de las casas con las cartas que llegaban de lugares lejanos después de varios días y a veces meses luego de ser enviadas. “Recibir cartas era de lo más emocionante porque era recibir noticias de gente y lugares lejanos, entonces no había internet, ni siquiera la televisión trasmitía tan rápido lo que pasaba”, recuerda Amanda Velásquez quien recibía cartas de sus hijos cuando se fueron a estudiar fuera del país. “Aquí las cartas llegaban de La Paz en siete días”, recuerda Oscar Chávez, quien recuerda a un cartero que hacía la distribución de cartas en su bicicleta. Los carteros también distribuían los telegramas que llegaban y que generalmente tenían carácter de urgencia. Otro oficio que tuvo mucha importancia hasta muy entrado el siglo XX fue el de los arrieros que hacían la labor de mensajeros, llevaban carga con productos destinados al comercio e incluso dinero. Era una labor que requería, además de la condición física para caminar largas distancias por caminos difíciles, de mucha honradez para llegar con las mercancías y remesas intactas, además de que se estaba en permanente riesgo de ser asaltados. “Yo he sido arriero desde chiquito, he recorrido desde la zona alta hasta el Chaco, he ido hasta la Argentina caminando detrás de los burros, por el monte o dentro del agua, pero así era la vida entonces”, comenta don Jacinto Cardozo, recordando su infancia y juventud durante la cual se desempeñó como ayudante de arriero. Otros oficios Otros oficios que han ido desapareciendo aunque no del todo, son el de afilador de cuchillos que consistía en ambular por la ciudad con un silbato muy particular para anunciar su paso y que las amas de casa tuvieran tiempo de alistar sus herramientas para ser afiladas. “Ellos afilaban cuchillos pero también, tijeras”, recuerda doña Amanda Velásquez para quien ese oficio atraía la atención de los niños que se congregaban alrededor para ver girar la rueda del afilador y ver brotar las chispas que saltaban al contacto del metal con la piedra. “Ahora todavía se puede ver a algunos afiladores pero muy de vez en cuando-comenta Chávez-. Parece que vienen de otros lugares por unos días”. Este como muchos oficios han ido despareciendo o al menos perdiendo su importancia debido a que surgen nuevas formas o tecnologías que permiten realizar estas actividades de manera más rápida, fácil y eficaz en muchos casos. “Hoy se puede comprar afiladores manuales que las amas de casa usan ellas mismas, además que hay otros talleres en donde se puede hacer afilar cuchillos”. Independientemente de que hoy las nuevas tecnologías en comunicación hagan difícil imaginar a las nuevas generaciones un mundo sin correo electrónico, redes sociales y otros medios de comunicación, cada uno de los oficios tuvo importancia en su época y momento, marcando el dinamismo de la vida cotidiana de los tarijeños. LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE ANTAÑO Los Bandos Los lectores de bandos eran personas que debían tener buena voz y la capacidad de hablar con mucha elocuencia para llamar la atención de la gente y además lograr que el mensaje llegará fielmente a los oyentes. El telégrafo Los telegrafistas eran personas que aprendían el oficio y hacían carrera porque era una labor que les gustaba. Dominaban la clave Morse y eran el medio a través del cual los mensajes llegaban a sus destinatarios. Las cartas Los carteros recorrían la ciudad en bicicleta para hacer llegar las cartas o telegramas a sus destinatarios. Generalmente eran esperados con ansias y concitaban la atención de toda la familia por las noticias que portaban.

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