¿Chistes sexistas y bromas subidas de tono? No seas objeto de burlas. Tienes el derecho de trabajar en un ambiente saludable
“En mi oficina no se puede hacer ningún comentario porque, en seguida, los chicos le encuentran doble sentido y siempre termino sonrojándome o escapando a cualquier otro lugar”, cuenta Valeria, quien trabaja rodeada de más varones que mujeres.
El sexólogo Winston Uzín señala que el límite entre las bromas referidas a la sexualidad y el acoso sexual en el trabajo es muy sutil, pues depende de muchos factores e intervienen componentes sociales educativos, equilibrio emocional, psicológico, estado de salud físico, grado de autoestima, antecedentes de violencia física y psicológica, hasta necesidades económicas que, en forma independiente o sumadas, pueden formar parte de un acoso.
Por lo general, los ambientes de trabajo en su mayoría son mixtos y es allí donde surgen algunos comentarios o bromas ‘pesadas’ que, de forma consciente o inconsciente, lastiman a la persona, sea hombre o mujer, creando un clima laboral nocivo.
Según Uzín, lo ideal es que exista alguna norma interna de la empresa que proteja a la persona y sancione al agresor. “Conociendo dichas reglas, se puede sentir que uno(a) esta amparado(a) por la propia institución. Es importante tener la seguridad de que ésta no tiene como política ejercer presiones de este tipo para cansar o inducir a la renuncia del empleado(a)”, comenta el especialista.
“Aparentemente, son los hombres los que más incurren en estas acciones, basados en una mayor fortaleza física, en un afán de mostrarse conquistador o por un complejo de superioridad que muchas veces son resultado de una educación machista. Contrariamente a verse como un triunfador, esto lo muestra como una persona desubicada, irrespetuosa e insegura de sí misma, además de inoportuna”, argumenta Uzín.
Llegué algo ojerosa a la oficina porque pasé una noche de insomnio. Mi compañero de escritorio dijo: “Humm, ¡qué harías anoche que te dejaron en ese estado!”, y todos los varones que se encontraban por ahí comenzaron a reír en coro”, lamenta Luciana (33).
La víctima: el más débil
Es muy importante que como trabajadora o trabajador, desde un principio hagas respetar tu condición y comuniques al agresor tu molestia, cortando comentarios y acciones que agredan tu integridad. Esto no significa que tengas que aislarte y que te conviertas en un sujeto disociador incompatible con el grupo.
El psicólogo Ariel Roldán asegura que, en general, todo acoso suele comenzar con insinuaciones eróticas, contando chistes o haciendo comentarios sexuales a la víctima.
Esta actitud, mayormente propiciada por los varones, implica un quiebre entre lo que es el respeto al espacio e integridad de sus compañeros de trabajo. Si se molesta a las mujeres vulgarizando con bromas su vida sexual, se molesta a muchos hombres achacándoles una orientación sexual o burlándose al atribuirles características femeninas.
“Lo que se debe hacer en primera instancia y con mucha firmeza es hablar con el agresor o ‘bromista’ para hacerle notar que sus comentarios no son de tu agrado. En caso de que continúen los ‘chistecitos’, lejos de que el jefe acepte este tipo de conductas o incluso sea parte de ello, tiene el deber de promover el respeto y la buena relación entre compañeros de trabajo”, acota Roldán.
La firmeza para hacer respetar la integridad de uno mismo es la clave para reencaminar y hacer desaparecer este tipo de conductas en nuestro ambiente de trabajo, aconseja.
Para el sexólogo José Luis Harb, el acoso horizontal opera casi siempre en perjuicio del más débil —hombre o mujer—; “la persona con menos posibilidades de reacción en la microfísica del poder grupal será la que más reciba denigraciones frontales y se convertirá en una víctima potencial”, describe.
Para Harb, es importante saber diferenciar el halago o piropo social de la agresión o violencia expresiva —y, claro, es bastante sutil el tema— por eso se hace problemática la aplicabilidad del castigo o sanción.
Un buen mecanismo defensivo es hacer conocer a los compañeros de trabajo la existencia de este delito y dialogar sobre él en charlas informales, demostrándoles estar bien ubicados en el tema, funcionan también los talleres e intercambio de rutinas que ayuden para trabajar el 'limite vinculativo', sugiere.
La prevención de un clima laboral cargado de sexismo debe ser encarado colectivamente, propiciando un ambiente benéfico para el trabajo. “Si bien es urgente que en nuestro medio se aplique la sanción, también es urgente una política institucional en los diferentes ambientes laborales, públicos y privados, que informen y formen sobre el fenómeno”, aclara el sexólogo.
Retroalimentación
Cuando muchas mujeres entran en el juego de los ‘chistecitos’ por seguir la corriente, lo único que provocan es la ‘retroalimentación’ y ‘reforzamiento’ que los varones esperan.
Humillación
La reiteración de bromas, chistes, piropos, conversaciones de contenido sexual con conceptos groseros y en forma abierta y sólo humillan públicamente a la víctima.
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