30 enero 2015
Tarija Cerca de 120 niños comerciantes trabajan en el Mercado Campesino
“Trabajo vendiendo para ayudar a mi mamá, ahora que estoy de vacaciones, trato de juntar la mayor cantidad de dinero”, asegura Flora T. de 13 años, quien hace dos años es comerciante ambulante de bolsas en la zona del Mercado Campesino.
Asegura que como ella, existen más niños que se dedican al mismo rubro y a otros. Eso les permite ayudar a sus familias y costearse algunos gastos propios.
Ganar entre 20 y 30 bolivianos al día considera que es mucho, aunque en los mejores días logra sacar hasta 45 y 50 bolivianos. “Los fines de semana se vende bien, y también en las mañanitas, pero hay que moverse e insistir para que te compren—aseguró Flora--. Algunas personas te llevan más de tres bolsas y otras solo te compran una y nada más”.
El trabajo de Flor, como también la llaman sus amigos, comienza desde las 07.00 hasta las 12.00 y durante las tardes desde las 16.30 hasta las 18.00. “Lo que gano le doy a mi mami que también vende, y me guardo alguito para que me compre mi ropa—dijo--. Tengo dos hermanitos menores, pero junto a mi mami ganamos para ayudarles a ellos también”.
Fabricio M. es otro menor de 14 años que hace un año y medio decidió convertirse en comerciante por la necesidad de ayudar a su madre y sus tres hermanitos. Una polera apretada al cuerpo, un buzo y chinelas, lo identifican cuando se oye en el mercado vociferar: ¡cepillos! ¡lleve cepillos! ¡lleve cepillos!, pues es su medio de conseguir dinero.
Su trabajo le ha permitido al menos cubrir algunos de sus gustos diarios, “Me encanta la gelatina y muchas veces les invito a mis amigos”, aunque gran parte del dinero debe ser destinado a comprar alimentos para la comida diaria de casa.
“Me levanto tempranito y me salgo a vender, a veces le acompaño a mi mami a llevar algunas cosas—indicó Fabricio--. Lo que ganamos nos alcanza para comer y para que sigamos estudiando con mis hermanitos”.
Laura y Rosario son dos hermanas de 12 y 14 años, ambas son las encargadas de llevar el sustento a sus casas, puesto que sus padres apenas logran ganar para pagar el alquiler de un pequeño cuarto. Su trabajo está relacionado a la venta de refrescos y gelatina.
“Mi madre es enferma del pulmón y no puede hacer mucho y mi papi es ayudante albañil y no siempre gana bien—asegura Rosario--. A veces mi mami nos sale a apoyar, pero no puede moverse mucho y debemos corretear con mi hermana para vender”.
Las historias de cada uno de los comerciantes son similares, todos vienen de familias humildes y gran parte de ellos viven en los asentamientos. Son hijos de madres solteras que en muchos casos venden en los mercados como ambulantes, al igual que sus hijos, y en otros casos hasta piden limosna.
120 niños comerciantes
El jefe de operaciones del Consejo Regional de Abastecimiento y Mercadeo Agropecuario (CRAMA) en el Mercado Campesino, Albert Gareca, aseguró que existen 120 niños de entre 10 y 17 años que son comerciantes ambulantes y que viven realizando todo tipo de trabajos.
“Hay vendedores de bolsas, refrescos, condimentos, detergentes, galletas, cepillos, pañuelos entre otros—manifestó--. Hay otros menores que se dedican a ayudar en el traslado de las bolsas a las personas mayores o en su caso ayudan a la limpieza en los puestos de venta”.
Como institución brindan un desayuno y alimentos para los menores, aunque existen otras organizaciones que también lo hacen. Como CRAMA, además controlan que los menores estén bajo resguardo dentro de las instalaciones del Mercado.
Comerciantes tratan de darles más trabajo
Los comerciantes del sector abarrotes, comidas y desayunos, de forma constante vienen apoyando a los menores ofreciéndoles trabajos livianos. En algunos casos se les paga por cuidar un puesto, por lavar los platos y por ayudarles en la venta. Aseguran que gran parte de los menores ya son conocidos y existe mayor confianza.
Reconocen que a diferencia de 2014, más menores se dedican al comercio ambulante especialmente cuando es época de vacación.
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