Laura ha tenido una larga vacación de casi un mes y medio.
En ese lapso viajó con su familia, descansó y disfrutó al máximo de su tiempo de ocio laboral. No obstante, a medida que se acerca la hora de volver al trabajo, afirma que nuevamente va sintiéndose cansada y estresada.
Existen personas a las que definitivamente no les gusta lo que hacen y se asfixian los 365 días del año, mientras que otras no saben adaptarse al regreso a su rutina, procesos que como máximo duran hasta dos semanas, mientras vuelven a adaptarse y a vivir normalmente.
Después de un largo periodo donde el cuerpo y la mente se dedican solo a disfrutar del descanso, llega el momento que la gente menos espera: regresar a las obligaciones rutinarias.
Es entonces cuando la rutina puede convertirse en una pesadilla, si no saben manejar este síndrome posvacacional, que es la aversión al trabajo, el estudio o a diversas obligaciones que tomaron su pausa durante la temporada de vacaciones, que suelen ser más fuertes durante esta época del año.
Los sicólogos coinciden en afirmar que si en vez de esto, la depresión posvacacional dura los 12 meses, entonces el problema es otro y lo ideal es analizar qué tan a gusto están en el trabajo, porque vivir las obligaciones diarias no debe convertirse en una tortura.
En este sentido, Juan Domingo Fabbri, sicólogo organizacional de la consultora Etika, recomienda sacar largos periodos de vacaciones y que durante este tiempo se dediquen a realizar actividades que no son cotidianas y que les permitan experimentar nuevas cosas, de tal forma que disfruten al máximo su descanso.
“Cuando la persona hace cosas nuevas y distintas a las rutinarias, volverá con las pilas recargadas al trabajo. Además, cuando se desconectan del trabajo y se hacen actividades diferentes, habrá mayor nivel de creatividad, porque el pensamiento creativo se activa en estas circunstancias”, remarca.
No obstante, Fabbri considera que las personas deben repensar bien si es que les gusta lo que hacen, porque si no es así, lo ideal es que sus vacaciones sirvan para replantearse un cambio de actividad laboral.
‘Hay que afilar la sierra’
Juan José Jáuregui, gerente general de Human Value-BPO Center, manifiesta que este nuevo inicio de año es un buen momento, que las personas debemos tomarnos para ‘afilar la sierra’. Es decir, explica, la gente tiene que ponerse en contacto con sí misma, evaluar sus logros, aprendizajes y sus fortalezas y debilidades actuales.
Junto con ello, prosigue, se tiene que dar un tiempo para reevaluar los objetivos y prioridades que se ha planteado y asegurarse que aún tiene claridad acerca de lo que quiere.
Ello permite analizar si se está acercando o no al tipo de persona que ha soñado ser y a sus metas.
“Estos dos elementos, evaluar dónde estamos y hacia dónde queremos ir, nos ayuda a replantear el camino o hacer los ajustes necesarios que nos permitan volver de vacaciones con un mayor sentido de control sobre nuestras vidas y con las pilas recargadas”, remarca Jáuregui.
Sugiere desconectarse por completo del trabajo durante la vacación, ya que la creatividad tiene que ver mucho con un proceso subconsciente que requiere que la mente esté enfocada en otra cosa para que surjan ideas nuevas. La primera semana de regreso es el momento de enfocarse y pensar en proyectos y nuevos enfoques.
La inercia es la responsable
En criterio de la sicóloga Liliana Zabala, se puede considerar a la inercia como la responsable de que la persona se tarde dos o tres días en darse cuenta que está de vacaciones y tomar un ritmo más sosegado y alejado del estrés del que se supone quiere alejarse.
Expresa que volver de las vacaciones al trabajo es posible hacerlo con una activación máxima en un tiempo mínimo o con una activación más lenta durante más tiempo. Ello dependerá de las características de cada cual y de las exigencias del trabajo y de cómo hayan sido sus vacaciones.
“Romper la inercia tras unas largas vacaciones no es fácil para algunas personas, les cuesta. La brusquedad del cambio será menor si dividimos las vacaciones en varios tramos, algo que seguramente también agradecerá el bolsillo.
El síndrome posvacacional no aparece porque sí y punto, sino que, alguien se ha sobrepasado de las reglas del juego pervirtiéndolas, a no ser que haya algo que anda mal en la persona para que no quiera volver al trabajo después de las vacaciones”, indica.
Cuando aparecen algunos síntomas como depresión, ansiedad, desmotivación, cansancio, nerviosismo, inquietud, falta de concentración, náusea, o insomnio, entre otros muchos posibles, en los días previos a la incorporación al trabajo o durante los dos o tres primeros días, hay que investigar otras posibles causas; por ejemplo, problemas, desamor, haber ingerido bebidas alcohólicas o mucha comida. Lo mejor, recomienda, es tratar de no esperar hasta el último día para terminar la diversión.
Aunque no se crea, continúa, hay gente que ya quiere terminar las vacaciones para volver a su vida laboral rutinaria, incluso les puede suceder que sus vacaciones acaben resultando estresantes y, al final, frustrantes. Asimismo, los gastos que conlleva la diversión, pueden ocasionar que la persona entre en ansiedad por volver al trabajo y ‘recuperar lo derrochado’.
Síndrome posvacacional
La sicóloga Claudia Tórrez explica que si en las últimas semanas sienten cansancio generalizado, fatiga, falta de sueño o demasiadas ganas de dormir, dolores musculares, falta de apetito o de concentración, desmotivación, sensación de desconcierto, desasosiego, irritabilidad, tristeza, falta de interés, nerviosismo, dificultades para organizar la agenda o pensamientos de preocupación y son conscientes de que esto ocurre hace poco y que no obedece a otros factores y además acaban de llegar de vacaciones: es posible que estén padeciendo lo que se ha identificado como el síndrome posvacacional.
Añade que este problema no es más que la dificultad para adaptarse a los ritmos biológicos o al reloj interno de la rutina laboral, tras un período vacacional prolongado. No significa que a la persona no le guste trabajar o que sea floja. Es un proceso natural de adaptación que realiza el cuerpo y la mente a un cambio brusco de hábitos y circunstancias naturales como la temperatura, la luz, los alimentos o los horarios.
No obstante, lo habitual es que los síntomas mencionados, desaparezcan al cabo de una o dos semanas, por lo que no hay que dramatizar la situación.
Sugiere mantener algunas costumbres de vida saludables durante todo el año y no abandonar del todo ciertas rutinas durante las vacaciones, como practicar deporte, programar salidas con los amigos, planificar un pequeño viaje de fin de semana, reservar un espacio para realizar cualquier actividad que les guste, aprender algo nuevo y, en definitiva, ser respetuosos con los ritmos naturales del reloj biológico y tratar de crear conscientemente y de forma realista, propuestas para hacer que la vida rutinaria, sea lo más interesante y agradable posible
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