De un tiempo a esta parte en algunas ciudades del país, incluidas Sucre y Potosí, se ha comenzado a observar a adolescentes, estudiantes de secundaria, bachilleres o universitarios de clase media para arriba, trabajando durante las vacaciones de invierno o fin de año. En general, no lo hacen porque realmente lo necesiten, para sobrevivir como miles de niños y jóvenes todos los días, sino para cubrir con su salario ciertos gustos o necesidades personales.
Esta situación suele poner en conflictos a muchos padres de familia, que no tienen en claro si sus hijos hacen bien o mal al pensar de esta manera.
Profesionales consultados por ECOS ven con buenos ojos que personas jóvenes decidan asumir determinadas responsabilidades, porque con esto se prepararán para enfrentar el mundo laboral sobre la base de la temprana experiencia adquirida.
SITUACIÓN ACTUAL
De acuerdo con un recorrido efectuado por las ciudades del sur, los negocios que más contratan a jóvenes para trabajos temporales, por las vacaciones de invierno o las fiestas de fin de año, son los cafés, tiendas de ropa juvenil, zapaterías y jugueterías, además de algunas instituciones privadas que se deciden a iniciar campañas.
La alegría y la sonrisa espontánea de los adolescentes iluminan los negocios y transforman positivamente la rutina de visita de los clientes, haciéndola más amena. Muchas veces, los comparadores pasan por alto las equivocaciones que cometen los empleados principiantes, pues valoran más su gentileza.
María de Los Ángeles tiene 16 años, está en secundaria y trabaja en una tienda de zapatos. Dice que se animó porque la tarea que cumple es cómoda, divertida y sus compañeras de trabajo son “buenas chicas”. El dinero que gana lo dispone para ella y para colaborar en algo con los gastos de sus padres. Considera importante que los adolescentes empiecen a trabajar para que vayan ganando experiencia.
Otra muchacha, Brenda Peredo (16) cuenta que optó por trabajar en estas vacaciones para matar el aburrimiento; ella siente que será más productiva así, en lugar de quedarse en casa sin hacer nada. Con lo que gane, se comprará la ropa que le gusta. Trabaja desde hace un poco más de tres semanas y conversa y se divierte con sus pares. Al resto de los jóvenes y adolescentes, ella les recomienda combatir la flojera con trabajo porque, de esa manera, aprenderán “muchas cosas”.
José Alberto Nava (22) nació en Sucre pero estudia en Santa Cruz. Dice que ni bien comienzan las vacaciones retorna a la capital y se pone a trabajar en una conocida librería de la ciudad para distraerse y no estar sin hacer nada en su casa. Este es el tercer año que lo contratan para el mismo trabajo.
Alejandra Barrios (15) es estudiante de cuarto de secundaria y en estos días pasa por su primera experiencia laboral. Comenzó hace dos semanas y lo que la motivó fue su necesidad de contar con dinero para sus gastos personales. Sostiene que gracias al trato continuo que mantiene con los clientes está perdiendo la timidez. “Los clientes más difíciles son los extranjeros, por el tema del idioma”. Dice que lo que más le gusta de su trabajo es que en los momentos de descanso, cultiva la amistad con sus amigas. “Es bueno trabajar para tener la mente ocupada y no dedicarse a hacer cosas malas”, asegura ella.
En el “Café Capital”, casi todos los trabajadores son universitarios que trabajan a contrato?
? durante todo el año. Unos cumplen horarios de 8:00 a 12:00 y otros de 14:00 a 21:00.
Según el gerente del lugar, Rodolfo Ávila, estos jóvenes, hombres y mujeres, trabajan más por necesidad, para solventar sus estudios y otros gastos personales, antes que por tener una nueva experiencia. “El empleador debe ser cumplido para que los trabajadores respondan igual”, aconseja.
Ávila destaca una costumbre de décadas pasadas, cuando muchos padres, pese a ser pudientes, en vacaciones enviaban a sus hijos a aprender algún oficio para que tuvieran una idea de la importancia de la responsabilidad porque esta enseñanza sirve para toda la vida. “Es bueno mantener a los jóvenes ocupados, en la calle aprenden muchas cosas malas”, dice él.
CAMBIO DE MENTALIDAD
Según la psicopedagoga Roxana Rivera, hoy en día el mercado profesional está saturado en todos los ámbitos y muchos profesionales recién titulados se frustran por esta restricción en el campo laboral; entonces, los esquemas mentales de los padres están cambiando completamente, pues quieren preparar a sus hijos para que puedan enfrentar la realidad desde la adolescencia.
Asimismo se transforma la mentalidad de los adolescentes y jóvenes que toman la determinación de trabajar voluntariamente; adquieren un compromiso consigo mismos y se muestran seguros de que podrán cumplir una función remunerada. Según la experta, esto es positivo, porque en esa muchacha o muchacho se crearán buenos hábitos y pasarán por situaciones que les hará crecer como personas.
Ya no tendrán dudas respecto a dónde trabajarán o cómo será esa práctica; no tendrán la incertidumbre de si les irá bien o mal, desaparecerán las interrogantes y los miedos. “Como trabajaron por decisión propia y prematuramente, les irá bien por la costumbre que adquirieron”, asegura Rivero.
En ciertos países, el trabajo temporal de estudiantes, sean adolescentes colegiales o jóvenes de preparatoria y universitarios, es ya una tradición; por ejemplo en Estados Unidos. Esta costumbre se registra principalmente en las vacaciones de verano y no se limita a ningún estrato social.
DIFERENCIA ENTRE NECESIDAD Y GUSTO
¿Cuál es la diferencia entre un adolescente que debe trabajar para poder subsistir, con uno que tiene lo necesario para vivir pero quiere costear sus antojos materiales? La diferencia está en que, pese a no estar preparados, a los primeros realmente les urge trabajar para pagar su alimentación, su vivienda, su vestimenta, sus estudios y, en algunos casos, hasta para ayudar a mantener a sus padres y el resto de la familia.
En el otro lado de la balanza está aquel que tiene la seguridad de que sus padres le proporcionarán lo suficiente para desarrollar su vida, pero decide buscar un empleo voluntariamente con el fin de cubrir otras necesidades personales. En este caso, las circunstancias no lo obligan a trabajar.
DÓNDE TRABAJAR
A la vista y en todas partes están los requerimientos de personal para diferentes tipos de empleos. El trabajo es como una lotería: a muchos les va muy bien, a otros bien o regular y a algunos, mal.
Esta es una realidad inevitable que los jóvenes, tarde o temprano, deberán enfrentar a futuro.
VENTAJAS
Los adolescentes que hayan trabajado podrán administrar su caudal con más juicio, pues será fruto de su esfuerzo. “No es lo mismo extender la mano o pedir a sus padres un monto de dinero, sin saber cuánto costó obtenerlo”, hace notar uno de los profesionales consultados.
Otras de las ventajas señaladas son: Adquirirán más responsabilidad, serán más independientes y autónomos, tendrán mayor autoestima y confianza, lo que les hará crecer como personas.
UN CAMBIO Y UNA DISYUNTIVA
Tanto Sucre como Potosí, quizá por la distancia (no tanto geográfica, sino más bien económica) respecto a las ciudades del eje central, son sociedades conservadoras. En algunos casos, la “clase alta” se mide por la cantidad de recursos económicos y, en otros, simplemente por el apellido.
Sin embargo, hoy en día, principalmente por el factor político, no pocas familias antes afincadas en la clase alta han quedado en desventaja monetaria y los hijos jóvenes optan por trabajar para cubrir sus necesidades y continuar vigentes en los círculos de amistad que frecuentan.
En este punto, los padres de familia se enfrentan a la disyuntiva de permitir a sus hijos iniciarse en el mundo laboral a temprana edad o impedírselo. Los psicólogos sugieren conversar abiertamente de este tema con los hijos, hacerles notar los pros y los contras y confiar en la educación que les proporcionaron a lo largo de su corta vida. En definitiva, se debe respetar la decisión de los jóvenes, sin que esto signifique desligarse de dar seguimiento a sus pasos en el ámbito del trabajo.
ELLAS, LAS MÁS OSADAS
Al momento de comparar, según estudios realizados a nivel mundial, las mujeres suelen ser las más osadas para incursionar en el mundo laboral; así también, la mayor parte de los chicos son más visionarios y se remiten solo a cumplir con sus responsabilidades de estudio y profesionalización.
Por ejemplo, hay grupos o sociedades de chicas de clase media alta que se volvieron expertas en organizar grandes fiestas de manera empírica; despiertan el interés del público joven con un manejo de marketing y publicidad que realmente impresiona, ofertando cantantes, bandas musicales o DJs para las fiestas electrónicas del momento. También organizan espectáculos con los clásicos de los 60’, 70’, 80’ y 90’, obteniendo ganancias que usan para costear viajes que sus padres no pueden satisfacer. Esto, al margen de lo económico, les proporciona estatus social.
UNA RECOMENDACIÓN
La psicóloga Rivera recomienda a los adolescentes y jóvenes que sepan bien a dónde están yendo; a veces, los avisos publicitarios anuncian un tipo de actividad pero, en realidad, son cosas que nada tienen que ver con la oferta inicial.
Muchas veces, los iniciados suelen sufrir engaños como, por ejemplo, trabajar sin recibir una gratificación económica. La especialista dice que estas experiencias negativas no deben desanimarles, pues a todo el mundo le toca en algún momento pasar por situaciones adversas.
Remarca que “siempre se abrirán otras puertas con mejores oportunidades, donde tendrán una experiencia bonita y gratificante”. •
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