25 diciembre 2012

Niños trabajan por necesidad y piden respeto a sus derechos

Presuroso llega montado en su bicicleta. Como lo hace cada día desde sus siete años, ingresa al cementerio general para sacar de su escondite su material de trabajo. Son las 9.00 horas y la jornada empieza. La bolsa negra tipo nylon contiene varios paños te tela y un tubo de Brasso (crema para pulir lápidas).

“¡Te lo brillo la lápida!”, es la oferta. Es Walter Coronado de 11 años y es uno del centenar de niños y adolescentes que trabaja en el cementerio general de Cochabamba.

A nivel departamental hay cerca de 200.000 niños, niñas y adolescentes trabajadores en diferentes sectores. Unos trabajan en los cementerios, otros en las ferias zonales, algunos como lustrabotas y un importante grupo como artistas. Según la información proporcionada por Audiovisuales Educativos (AVE) -institución que trabaja de manera coordinada con estos niños- la mayor cantidad son del área rural.

En esta época del año hay nuevos trabajadores. Uno de ellos es Iván Maldonado de ocho años de edad que hace dos semanas se integró al grupo. Él se ocupa de vaciar los floreros y llevar agua, orgulloso cuenta que con sus ganancias hace poco se compró un short y una camisa. La mayoría de los niños se inician en el trabajo guiados por sus hermanos mayores, primos o amigos del barrio.

“Trabajo para ayudar a mis papás”, explica Noelia Condori de doce años. Ésa es la respuesta generalizada de todos los niños y adolescentes. La necesidad económica a causa del trabajo informal de sus padres y de las familias numerosas de las que provienen los lleva a generar recursos económicos y convertirse en personas productivas a su corta edad.

El director de AVE, Cristóbal Gonzáles, dice que hay falta de reconocimiento de las diferentes instancias públicas a su trabajo y los niños y adolescentes no cuentan con la protección que merecen “al no existir políticas claras y legislación a favor de ellos, los dejan más bien desamparados”. Asegura que el problema no es el trabajo sino las condiciones de explotación por parte de los coyunturales empleadores.

“Yo me gasto lo que me gano, cada día 15 o 20 pesos aunque a veces le doy dinero a mi mamá para la carne”, cuenta la niña. Dice que se compra también ropa y cosas para el colegio en la época de clases.

El trabajo está amenizado con el juego porque cada uno es su propio jefe. Los paños usados para el lavado de autos y la limpieza de las lápidas se transforman en juguetes para “las peleitas”. Si llega algún cliente el juego se detiene.

Ellos son parte de la Organización de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores de Cochabamba (Onatsco) con 700 trabajadores por cuenta propia. A través de la Onatsco promueven la defensa del trabajo y demandan reglas laborales que los protejan.

Los niños piden que no se erradique el trabajo infantil como lo promueven algunas instituciones y que más bien se fortalezcan sus derechos laborales.

Ahora una maestra de teatro

“Ahora soy maestra de teatro pero era una niña trabajadora”, dice Gladys Sarmiento. La joven realiza el acompañamiento a la Organización de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores de Cochabamba (Onatsco).

Gracias a los recursos económicos generados con su esfuerzo logró estudiar y ahora es maestra de teatro.

Ella lamenta la falta de atención de las autoridades a sus demandas de defensa de sus derechos laborales. Sarmiento también coincide con las niñas y adolescentes trabajadores en sentido de que la población los discrimina, los excluye y los maltrata.

Según los coordinadores de AVE también los estigmatizan. Por ejemplo, cuando se pierde algo en el cementerio general asumen que es responsabilidad de los jóvenes jornaleros.

“Que cumplan con los pagos, que no nos maltraten, que no nos griten o nos riñan”, protesta también Noelia Condori, otra niña trabajadora que reprocha la actitud de los clientes adultos.

Opiniones.

Mario Condori
11 años
Yo soy el cuarto de siete hermanos y tres trabajamos. Lo que gano le doy a mi mamá para las cosas de la casa pero ella también me lo compra ropa. Mi papá trabaja como albañil y mi mamá se queda en mi casa.

Soledad Maldonado
11 años
Yo trabajo desde los siete años pero al principio me acompañaban mis hermanos mayores. Yo llevo agua para que las personas arreglen sus nichos.
Todo el dinero que gano les doy a mis papás para me lo ahorren.

Bryan García
14 años
Queremos ser respetados como niños y adolescentes trabajadores. A veces nos insultan y nos dan malos tratos. También rechazamos que se erradique el trabajo porque hay niños que desde los cinco años trabajan.

Benito Colque
10 años
Yo me dedico a hacer brillar las lápidas y trabajo aquí desde mis ocho años. He venido a trabajar al cementerio con mis hermanos mayores. Trabajo y estudio, he terminado el quinto de primaria y he pasado a sexto.

Iván Maldonado
8 años
Yo vengo al cementerio hace dos semanas pero no estoy solo porque mis hermanos me acompañan.
Me encargo de botar la basura y llevar agua para las lápidas. Como mis hermanos voy a usar mi dinero en ropa y también para mi casa.




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