11 diciembre 2012

Mundos del trabajo, historia global y local



La historia moderna del trabajo ha sido, sobre todo, la historia de los obreros, de los proletarios del mundo. De aquellos a quienes Marx en un célebre manifiesto de 1848 llamaba a unirse para liberarse de sus cadenas y construir el reino de la igualdad.

Pero esa manera de pensar el trabajo y la historia del trabajo, —centrada en los obreros, en los asalariados— ha dejado y todavía deja en silencio un mundo de otras historias: el trabajo de las mujeres en el ámbito del hogar, por ejemplo, o el trabajo de los esclavos.

Las nuevas conceptualizaciones del mundo del trabajo, en cambio, proponen ampliar ese horizonte —de claro cuño marxista— más allá de las fronteras del proletariado para pensar con mayor amplitud la realidad laboral del presente. Esa reflexión ha motivado el seminario internacional Mundos del trabajo en transformación: entre lo local y lo global, que se realizó en La Paz entre el 3 y el 5 de diciembre, organizado por el Instituto Internacional de Historia Social, con sede en Holanda, y el posgrado de Ciencias del Desarrollo de la Universidad Mayor de San Andrés.

El seminario se desarrolló en torno a tres ejes. Por una parte, sirvió para presentar la propuesta de una historia global laboral que se desarrolla, en gran parte, en el Instituto Internacional de Historia Social, cuyo director de investigaciones, Marcel Van den Linden, tuvo a su cargo la conferencia inaugural del seminario. Por otra parte, se presentaron investigaciones sobre esta temática que se desarrollan de diversas partes del mundo —en África, en Irán, en Brasil, en la Argentina, en el área Andina, por ejemplo—. Finalmente, la cita académica también se ocupó de las relaciones entre trabajo y género.

El análisis del mundo del trabajo en Bolivia, a partir de este nuevo enfoque, se abordó desde diversas perspectivas, como el trabajo de los cooperativistas mineros, el trabajo de los migrantes y de las mujeres.

“Así como se ha ampliado la manera de conceptualizar el trabajo —dice Rossana Barragán, historiadora boliviana que participó en la organización del seminario— también es necesario ampliar la perspectiva en términos geográficos. Hay que romper el nacionalismo metodológico que implica ver todo en el marco de las fronteras nacionales. ¿Qué pasaba con el trabajo cuando no existían los Estados-naciones? ¿Cómo se puede analizar el esclavismo sin analizar los flujos de África a Estados Unidos o al Brasil? ¿Cómo se puede analizar hoy la producción de la castaña sin tomar en cuenta toda la cadena de producción que va hasta el lugar de consumo en cualquier parte del mundo? Ahí viene la visión global, la visión de las relaciones y las conexiones más allá de la nación”.

“Es importante señalar, sin embargo —continúa Barragán—, que esto no implica una historia total. En esta historia de las conexiones caben tanto los panoramas globales como las microhistorias locales”.

¿Qué implicaciones tiene esta manera de conceptualizar el trabajo para el estudio de esta temática en Bolivia? “El caso de Bolivia —dice Barragán— es interesante por varias razones. Primero, porque hemos estado muy involucrados en el análisis de la etnicidad, de las identidades étnicas, y de los movimientos sociales en torno a las identidades. Toda la lucha política pasa por ese factor aglutinante que es la identidad. El análisis económico y de clases sociales también ha estado presente, pero no tiene la visibilidad que tenían hace 30 años”.

“Volver a pensar el trabajo hoy —continúa la historiadora—nos permite poner en relación trabajo, clase y etnicidad. Con el análisis de la etnicidad nos hemos olvidado de las especificidades propias de los trabajos. Y lo que estamos viendo ahora en el país es el resurgimiento de conflictos entre mineros y cooperativistas, entre cocaleros y campesinos… Eso muestra que la identidad ya no une, ya no aglutina. Estos conflictos no se pueden entender sólo en términos de identidad. Las diferencias tienen que ver con los tipos de estructuraciones económicas, con la planificación de los recursos, que pueden estar relacionados con situaciones globales. El conflicto del TIPNIS, por ejemplo, tiene que ver con petróleo”.

En el seminario se trataron cuestiones metodológicas, como la ponencia de Maurizio Atzeni sobre las perspectivas interdisciplinarias del estudio del trabajo o la ya mencionada conferencia de Van der Linden “Perspectivas y desafíos de la historia global del trabajo”.

También se discutieron investigaciones específicas, como la ponencia de Silvia Escóbar Transformaciones en el mundo del trabajo urbano en Bolivia: recuento de una década, 2001-2010 o Trabajo y movimientos sociales en África de Stefano Bellucci.

Y también se plantearon propuestas sobre las relaciones entre trabajo y género en el mundo urbano, como el trabajo de la investigadora argentina María Ullivarri Mujeres de malos pasos: una perspectiva aldeana de la lucha de clases o Género y familia en la migración boliviana a los talleres de costura en Buenos Aires y San Pablo, de Alfonso Hinojosa.

¿Qué nos permitiría conocer de nuestra realidad actual esta perspectiva de abordar el mundo del trabajo?“Nuestra sociedad —dice Barragán para concluir— ya no es sólo de obreros y de mineros. Es una realidad mucho más compleja, pero también mucho más desconocida. ¿Sabemos quiénes barren todos los días la ciudad? Sabemos que hay una compañía, pero no sabemos la vida de las personas que están involucradas. ¿Cuánto ganan, cuáles son sus condiciones de trabajo, de dónde vienen, qué tipos de contratos tienen, cómo es su vida cotidiana? Hay una invisibilización de las cosas que conviven con nosotros todos los días. No conocemos cómo trabajan los gremios, las ferias, los mercados… Esta perspectiva nos permite ver la realidad de otra manera”.

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