28 julio 2011

La adicción al trabajo, el mal del siglo actual

“A nuevos tiempos, nuevas enfermedades. Todo se transforma”, ya lo decía el insigne uruguayo Jorge Drexler.

Y es que hoy no vamos a hablar de ninguna enfermedad que salga en los manuales médicos -al menos, de momento-. Pero, sin duda, se trata de dos dolencias muy frecuentes en la actualidad: la ergodependencia y el tecnoestrés.

No se trata de algo nuevo o inventado. De hecho, se las encuentra con una revisión semanal de la actualidad médica.

Los resultados de los estudios llevados a cabo en los últimos meses en los diversos ámbitos de la salud, como la revista Jano que se refiere a ergodependencia y tecnoestrés.

Pero además, el estrés que acompaña al temor a perder el trabajo y la facilidad de ser sustituido ha traído consigo la aparición de nuevas patologías laborales. Entre estas patologías se encuentra el burnout, o síndrome del quemado que tiene mucho que ver con la mayor intensidad del trabajo, puesto que a menudo los empleados no sienten que este mayor esfuerzo esté compensado, y se “queman”.

Una situación fuera de control que supera al empleado
el mal

Hablamos de ergodependencia cuando una persona no puede dejar de trabajar durante un tiempo prolongado. Es, por así decirlo, un adicto al trabajo, dejando de disfrutar de la lectura, de viajar con la familia, de acudir al cine y ver una buena película, hasta tal extremo de llegar a la depresión.

Si hablamos de tecnoestrés, estamos definiendo una de las consecuencias de la ergodependencia. Una buena definición del tecnoestrés sería la siguiente: "Molestia que padecen aquellas personas que trabajan de manera mantenida con la tecnología (computadora, internet, en nuestros días)".

Se suele manifestar mediante síntomas físicos (dolor en cervicales o lumbares, en relación con la postura mantenida durante muchas horas) y psíquicos, como el hecho de no poder dejar de mirar el correo electrónico, o hacerlo de forma automática, una y otra vez.

la cura

Cualquier técnica que permita desconectar de la faena diaria, intentando con ello revertir la ergodependencia y que también compense de los efectos del tecnoestrés (molestias a nivel de la columna, ideas obsesivas en relación con internet).

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