“Desde mayo de este año que estoy sin trabajo. He presentado mi hoja de vida a diferentes lugares. Me han llamado para algunas entrevistas, pero llegaba hasta cierta etapa y otro me ganaba porque tenía más experiencia y obtenía el trabajo”, dice Pedro (nombre ficticio), de 26 años, licenciado en Economía.
El joven, quien evitó dar su nombre real, comenta que hace dos años que egresó de la Universidad Mayor de San Andrés y luego realizó una pasantía por tres meses en una institución pública. Posteriormente se dedicó a obtener su título para conseguir un empleo seguro; sin embargo, desde abril que no lo encuentra.
“He buscado trabajo en instituciones públicas y privadas pero todos te piden dos a tres años de experiencia. Pero, si no te piden experiencia el salario es mínimo y sólo cubre tus viáticos”, señala Pedro, quien viste chompa azul, camisa celeste y pantalón negro.
Dice que su caso no es el único, ya que algunos ex compañeros de carrera también están en una situación similar. “Aunque hay otros que están trabajando pero en otros oficios que no pertenecen al área”.
Sin trabajo estable consigue dinero impartiendo clases particulares a estudiantes y en instituciones privadas. “En ocasiones me llaman para realizar proyectos y dar clases. Ese es mi sustento”, dice mientras sostiene su maletín azul. Reconoce que le sirvió su experiencia como auxiliar de docencia en la universidad.
La alimentación y el techo lo tiene asegurado, ya que vive con sus padres, pero reconoce que “a ellos trato de no pedirles. Lo que gano lo utilizo para mis gastos”.
“Me siento mal, porque quisiera trabajar para ganar experiencia y ayudar a mi familia. He visto que hay más trabajos para técnicos”.
Quiere superarse y por eso además estudia Ingeniería Industrial y sugiere que el programa del Gobierno “Mi primer empleo digno” debería ampliarse a profesionales y no sólo ser para técnicos.
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