05 diciembre 2010

Hace 25 años que ofrece sus servicios de albañil en el mercado Yungas

Juan se cubre del sol con una gorra mientras una señora le pregunta lo que cobra por pintar una habitación. Él responde que depende del tamaño del lugar. Delante de él, en el piso, hay un maletín negro con sus herramientas y un letrero que dice albañil y pintor a domicilio.

“Hace 25 años que trabajo aquí (ofrece sus servicios en el mercado Yungas). Hay mucha gente que me conoce y viene a buscarme para realizar algún trabajo en sus viviendas”, dice Juan, quien no quiso que en esta nota se le identificara con su nombre real .

El hombre tiene 50 años y comenta que hay días en que hay mucha demanda de trabajo, pero hay otros en que vuelve a su casa sin nada. “Hay días por ejemplo en que se gana 500 bolivianos, pero como no es seguro que mañana haya trabajo, tenemos que guardar ese dinero para subsistir”.

Lamenta que los ocasionales patrones no den siempre un buen trato; “a veces es bueno, pero a veces también es pésimo”.
El albañil vive en El Alto con sus cuatro hijos y su esposa. No quiso decir en qué trabaja la mujer, pero comentó que lo ayuda con los pagos de la casa, aunque el dinero que juntan no alcanza.

Al día, en lo que más dinero gasta es en los pasajes y el almuerzo. “Aquí en el mercado Yungas estoy a partir de las nueve de la mañana y me quedo hasta las 16.00. Luego me dedico al otro oficio”, pero no quiso decir de qué se trata.

Cuando alguien de la familia se enferma acude a alguna farmacia, pero si la dolencia es mayor va al centro de salud.

“Si uno de mis hijos se enferma, tengo que comprar todos los medicamentos que se necesitan. Pero a veces cuando no tenemos recursos, sólo recurrimos a algún remedio casero”, asegura. En todo caso, comenta Juan que en la actualidad no se siente tan presionado como cuando sus chicos eran pequeños, ya que ahora ellos trabajan y ayudan también a sostener a la familia.

“Ellos todavía no están casados. Pero la mentalidad de los jóvenes ha cambiado. Me dicen que quieren casarse a los 30 y estudiar para superarse en la vida”.

Comenta que pese a su experiencia, en el mercado laboral fijo no hay empleo para él.

“Intenté conseguir un trabajo fijo en una constructora o por lo menos tener contratos eventuales, pero no he encontrado”.

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