Recorriendo las principales arterias de la ciudad de Oruro, uno se encuentra con un paisaje distinto al habitual, donde el comercio informal se apodera de las calles, pero junto a ese fenómeno existe otro panorama que muestra a niños en su mayoría menores de 12 años que se dedican a alguna actividad para conseguir unos cuantos pesos, a pesar del horario nocturno.
LA PATRIA, en días precedentes, hizo un recorrido por la populosa calle Bolívar donde encontró alrededor de unos 10 menores que realizaban distintas tareas, algunos sentados encima de un pedazo de cartón vendiendo unos chocolates, otros ofreciendo dulces y chicles a los conductores ocasionales, dos niños que vendían carcasas y fundas para celulares y otros que simplemente se dedicaban a pedir una moneda a los transeúntes.
La mayoría de los niños se mostraban reacios a contestar el por qué realizaban su actividad a esas horas o donde se encontraban sus padres, otros optaron por alejarse de la zona, aunque uno de ellos se animó a contestar las preguntas.
De nombre Matías, ofrecía sus chocolates y señaló que realiza esa actividad porque quiere ahorrar dinero para el inicio de las labores educativas, su padre es albañil y por la cantidad de hermanos no puede atender a todos, al consultarle sobre su madre el pequeño prefirió guardar silencio.
Al pasar la interrogante a la responsable de la Dirección de Igualdad de Oportunidades (DIO), Pierina Fortún, manifestó que el problema no solo se resuelve con realizar operativos y llevar a los niños a un centro de acogida, sino se debe hacer una planificación más estratégica que solucione esta temática de una forma integral.
Indicó que los menores, debido a lo que reciben en las calles como monedas, alimentos e incluso ropa, asumen un modo de vida que contagia a otros infantes de su entorno, lo cual motiva a que otros niños se dediquen a estas actividades.
También está la situación de los padres que quizá muchos de ellos no tiene conocimiento de que están infringiendo algunas normas como explotación laboral o maltrato infantil, pero que es complicado llegar hasta los progenitores porque en muchos casos los niños asumen un sentido de defensa y no quieren dar sus domicilios o el nombre de sus progenitores, o también hay casos donde existe violencia intrafamiliar y por el temor los niños prefieren callar.
Mencionó que es un problema que se debe solucionar a partir de la coordinación con otras instancias para tratar el tema de forma integral y encontrar la raíz del problema, porque caso contrario los niños seguirán apareciendo en las calles a altas horas de la noche poniendo en riesgo su integridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario