Buena parte de los jefes de los hogares de Bolivia asegura el sustento diario haciendo uso de su fuerza física en diferentes sectores del mercado laboral. La encuesta realizada por Captura Consulting, que recogió datos de 4.000 personas en las ciudades de Santa Cruz, La Paz, Cochabamba y El Alto, revela que el 44% de los consultados gana el pan del día haciendo trabajos físicos.
Por una parte, un 25% de los padres de familia dedica a la albañilería y trabajos de campo. Un 19% lo hace como camionero y maestro de obras civiles, entre otros. Por debajo de ese rango se encuentran los que utilizan el esfuerzo mental como la herramienta principal para llevar a cabo una labor. Solo el 5% de los encuestados dice que ejerce en mandos medios de empresas privadas o instituciones públicas, y apenas un 1% es gerente o socio accionista de alguna firma.
La encuesta revela dos cosas más: que el 74% de los jefes de hogar es trabajador no calificado (frente a un 26% que sí lo es); y que el 65% es independiente y un 35% es dependiente público o privado.
La economista María Fátima Antequera considera que si bien la tecnología ha venido remplazando la fuerza física, hay actividades que no han sido absorbidas aún por las máquinas. Pero no hay que cantar victoria. Ella recuerda a los trabajadores que lo que el mercado laboral exige cada vez más es mano de obra calificada y que para ello deben capacitarse cada día. “En el momento que lo hagan se van a dar cuenta de que conseguirán mejores beneficios con menos esfuerzos”, señaló.
Respecto al abultado porcentaje de gente que dice trabajar por cuenta propia (65%), la economista considera que hay muchas personas que prefieren no estar contratadas porque su nivel de ingreso se ve mermado y se rige a un sueldo fijo, y que, por otro lado, el mercado laboral tampoco ofrece grandes expectativas.
Valentín Castro es uno de los que prefiere trabajar de forma independiente. Él es jardinero y el oficio lo aprendió con la práctica. “No recibí ninguna capacitación. Yo, de curioso nomás es que descubrí que soy bueno para esto”, dice y aclara que con su trabajo lleva adelante un hogar compuesto por su esposa y por cinco hijos.
Gumercindo Zenteno es maestro albañil. Forma parte de ese 44% de padres de familia que vive de su fuerza física. Tiene los brazos fuertes y una espalda ancha, ideales para aguantar una jornada soleada en una construcción civil. Hace dos meses ha cumplido 38 años y él cree que se encuentra en la plenitud de su oficio. Pero el tiempo lo consume y ya ha dejado a un lado su sueño de estudiar la carrera de Ingeniería Civil, aunque su esposa lo anima para que no se dé por vencido.
El que ya se siente cansado es Dionicio, también albañil, que trabaja en una obra de la avenida Virgen de Cotoca. Tiene 65 años y siente la necesidad de dedicarse a un oficio que le exija menos esfuerzos. Para evitar que se fatigue, el contratista le da órdenes de que levante muros que no sean muy altos o que se encargue de encontrar imperfecciones en la obra fina. Dionicio no es el único que, a su edad, está obligado a trabajar para conseguir el sustento diario. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en América Latina, los países de menor grado de desarrollo relativo muestran mayor participación laboral de las personas de edad avanzada, una situación que está estrechamente asociada con la escasa cobertura de la previsión social que caracteriza a las sociedades menos desarrolladas. En este escenario, Bolivia es uno de los países con las mayores proporciones de adultos mayores insertos en la actividad económica.
De acuerdo con el estudio Los adultos mayores en el mundo del trabajo urbano, elaborado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), en 2010, la tasa de participación de las personas mayores en las ciudades del eje fue del 44% (mayor que la mostrada en 2001, cuando llegó al 38%).
En Bolivia, según el Cedla, la posibilidad de contar con la protección de una pensión de jubilación al momento del retiro del trabajo es una realidad que alcanza solamente al 20% de la población de 60 años y más.
Independiente de si el trabajador es joven, adulto o anciano, la encuesta de Captura Consulting revela que la brecha entre quienes trabajan sufriendo un desgaste físico y quienes lo hacen con un esfuerzo mental está considerablemente distante.
La calidad del empleo sigue abajo
La pérdida de calidad del empleo es una tendencia que se reafirma año tras año, así lo dice un informe del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla).
De un periodo en el que predominaba la estabilidad laboral dentro de un modelo de relaciones laborales, reguladas política y socialmente (hasta antes de 1985), se ha pasado a otro –el neoliberalismo, aún vigente– que dejó que las fuerzas del mercado actuaran sin traba alguna, empeorando las condiciones laborales de la población, precisa la institución.
La investigación hace hincapié en que tanto el Estado como las empresas continuaron actuando sin el menor respeto por los derechos laborales, acudiendo a la contratación temporal y al despido por causas ajenas al trabajador, a la modificación de las formas de pago, las jornadas laborales, la asignación de tareas, entre otros, de manera funcional a la acumulación de capital o a las políticas de ajuste fiscal.
Esta situación, considera el Cedla, se ha pronunciado durante los últimos cinco años, es decir, en el denominado ‘proceso de cambio’, que prometía el mejoramiento de las condiciones para los trabajadores de Bolivia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario