18 junio 2012

Los niños, el otro rostro de la fuerza laboral en Cochabamba

¡No tengo monedas!, ¡Otro día te pago!, ¡Levántate de mi auto!, ¡En vez de limpiar me lo ensucias!, ¡Maleante!, son las frases que escuchan una y otra vez los niños que trabajan limpiando parabrisas en distintas calles de la ciudad.

Este grupo es uno de los mayoritarios y están entre las edades de 5 y 17 años, que trabajan en las calles de Cochabamba. Otro grupo numeroso lo conforman los denominados voceadores de trufis y micros, que además se constituyen en una de las labores más peligrosas realizadas por esta población, de acuerdo a la clasificación que hace el mismo Gobierno.

Muchos de los niños trabajadores de la calle son pequeños de estatura y de contextura delgada; su piel está quemada por el Sol, sus manos tienen varias cicatrices y la vestimenta que llevan está sucia por el trabajo que realizan.

La mayoría sale de su casa tan solo con un pedazo de pan en el estómago, bocadillo que les debe dar la fuerza necesaria para trabajar todo el día cuando los recursos no alcanzan para poder comprar un almuerzo, y el dinero que ganan urge en sus familias.

A pesar de las normas internacionales que existen y que prohíben el trabajo infantil, ver a niños trabajando en las calles es una realidad. Pese al esfuerzo que ellos realizan a su corta edad para poder llevar algo de dinero a su casa, son pocas las personas que entienden la situación de pobreza y la necesidad que tienen.

“La mayor parte de la gente nos trata mal, no entienden que estamos en la calle por necesidad, nos confunden con ladrones y eso es lo que nos da rabia. Nosotros hacemos un trabajo como el de cualquier otra persona, solamente que estamos en la calle”, dijo Erick Camacho, uno de los niños trabajadores.

El maltrato de parte de la gente hace que los menores sientan discriminación, uno de los problemas con los cuales deben luchar todos los días. A esto se suma el riesgo de sufrir algún accidente por el hecho de estar trabajando en las calles o con empleadores que no les otorgan ningún beneficio social.

En Cochabamba, los niños trabajadores están distribuidos en diferentes rubros o gremios. La mayoría trabaja como voceadores y cantantes en los trufis y micros, seguido por los trabajadores del Cementerio General y los limpia vidrios que están en distintas avenidas de la ciudad. Pero, también hay pequeños que están en los mercados y ferias de barrios ayudando a las amas de casa a cargar con sus bolsas, y no faltan los pequeños que en las plazuelas ofrecen sus servicios como lustrabotas o lavadores de vehículos.

En horas de la noche están también los niños que en las puertas de los restaurantes ofrecen sus servicios como cuidadores de vehículos o los que venden dulces y flores.

Otro sector grande de niñas, pero que es menos visible que el trabajo que realizan los varones, es el de las labores de casa. Este trabajo por lo general es realizado por la pequeñas que migran del campo a la ciudad.

También existen niños que trabajan en otros rubros y con empleadores de granjas, carpinterías, ladrilleras y en el sector de la albañilería.

FUERZA LABORAL

Sea cual sea el oficio por el que optan los pequeños, éstos deben hacer más esfuerzos que el resto que no trabaja. Tienen menos fuerzas para hacerlo por la desnutrición que sufren.

Por su situación de pobreza, estos niños asumen antes de su adolescencia y la adultez las responsabilidades que deberían ser de cumplimiento del padre o la madre.

En muchos de los casos, dentro de las familias de estos pequeños falta la madre o el padre, situación que hace que deban asumir la responsabilidad del trabajo a su corta edad.

Cargar bolsas una y otra vez en los mercados no es una tarea fácil y tampoco lo es limpiar vidrios en menos de un minuto mientras el chofer espera a que cambie el semáforo de color. Las tareas que hacen a su edad requieren de un esfuerzo mayor al que un niño de su edad puede rendir y también los expone a una serie de riesgos que podría atentar contra su integridad física y su normal desarrollo.

Además, el trabajo les roba la infancia, porque ni siquiera les queda tiempo para poder divertirse.

LAS CIFRAS

En el departamento de Cochabamba suman 1.200 los niños que trabajan en la calle y en empresas. Solo en el municipio del Cercado son aproximadamente 600, según los datos proporcionados por la Unión de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores de Cochabamba (Unatsco). Sin embargo, esta misma institución reconoce que el número puede ser superior, porque no todos los pequeños trabajadores están afiliados a este ente.

El representante de la Unatsco, Javier Reyes, informó que estos niños salen a la calle a trabajar porque sus padres no cuentan con un salario fijo o un trabajo seguro, por lo que ellos necesitan aportar con algo a la economía familiar.

A nivel nacional, el Ministerio del Trabajo y Previsión Social asegura que hay al menos 850 mil niños, niñas y adolescentes de entre 5 y 17 años que trabajan, aunque su derecho es ser protegidos del trabajo infantil.

Estos 850 mil niños representan el 28 por ciento de la población entre 5 y 17 años en Bolivia que llega a 3.036.640 personas.

ENTRE LA ESCUELA

Y EL TRABAJO

La gran cantidad de tiempo que los niños emplean en su trabajo les impide en algunos casos continuar con sus estudios. A su corta edad la mayoría que requiere trabajar opta por hacerlo todo el día y acudir a la escuela en la noche. En algunos casos el cansancio que tienen hace que dejen de estudiar. Sin embargo, también existe otro sector que asiste al colegio en la mañana o en la tarde, y dispone de su tiempo libre para salir a trabajar unas dos o tres horas al día.

De acuerdo a los datos proporcionados por el Ministerio de Trabajo y Previsión Social, de los 850 mil niños que trabajan en el país, 22.270 dedican su tiempo exclusivamente a trabajar y su derecho a estudiar es vulnerado.

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