18 junio 2012

Niños aportan a sus familias entre Bs 20 y 100 cada día

El monto ganado depende de las horas de trabajo y del reconocimiento de la gente, algunos días los pequeños trabajadores se van con poco dinero y otros ganan lo suficiente como para comprar un almuerzo y una cena. La mayoría entrega el 100 por ciento

de lo que gana a sus padres para que éstos puedan correr con los gastos de comida, alquiler, vestimenta, transporte, entre otros.



José Mollo gana al día un promedio de Bs 100, Erick Camacho, Álex García y José Luis Chaca que trabajan al menos entre seis y diez horas todos los días también ganan aproximadamente esa suma. En cambio Javier Vicente gana entre Bs 20 y 40 por día, porque ahora le dedica mayor tiempo a sus estudios y solo sale a trabajar entre dos a tres horas al día.

Todos estos niños y adolescentes trabajadores están en las calles por la misma causa: la necesidad de dinero para poder comprar alimentos, vestimenta y pagar el alquiler de la casa donde vive su familia.

El promedio de ingresos diarios de la mayoría de estos muchachos es de Bs 100 trabajando más de diez horas al día. Sin embargo, algunos días pueden ganar menos, porque la gente simplemente no les paga.

Esto sucede especialmente los fines de mes, cuando la gente tiene menos dinero y es difícil que les pueda dar una moneda o pagar un buen precio por su trabajo.

Cuando los recursos urgen en la casa para correr con el gasto de una de estas necesidades estos niños se privan incluso del almuerzo y la cena, por lo que se acuestan hasta el día siguiente con el estómago vacío. Luego de dormir con hambre deben nuevamente levantarse temprano para salir a trabajar.

Erick Camacho tiene 14 años pero parece un niño de 10 por su contextura física. Trabaja como voceador desde las ocho de la mañana y no tiene otra opción que salir a la calle a ganar dinero, pues en su casa lo esperan sus cinco hermanos y su madre que quedó inválida tras una golpiza.

"Mi mamá antes trabajaba vendiendo periódicos, pero ahora no puede ni pararse, por eso tuve que salir a ganar un poco de dinero para que mi familia sobreviva", dijo.

Erick sale de su casa todos los días a las 8:00 de la mañana y retorna a las seis de la tarde para luego ir a la escuela nocturna donde cursa el quinto de primaria. Él es el único en su familia que asiste a la escuela nocturna, pues sus hermanos menores que no salen a trabajar asisten al colegio en la mañana.

Contó que tomó la decisión de asistir a la escuela nocturna porque su familia requería que salga a trabajar de día. Ahora Erick es el único que aporta a su familia con recursos económicos, los mejores días llega a ganar hasta Bs 100, y cuando no hay muchos trufis o pasajeros lo mínimo que gana por día es entre Bs 40 o 50.

Dijo que a veces los choferes de los trufis lo tratan mal y no le quieren pagar, por lo que hay días que la remuneración es muy poca y le compensan su trabajo solamente con 20 centavos.

"Cuando grito bastante es cuando gano más, pero mi garganta también me duele. Los primeros días que salí a trabajar fueron muy duros para mí, porque no sabía qué me esperaba en la calle y cuando gritaba sentía que luego se me iba la voz, pero ahora ya me he acostumbrado", mencionó Erick que trabaja hace tres años como voceador.

Álex García es un pequeño de 11 años y comparte con Erick el mismo trabajo: voceador de trufis.

Su lugar de trabajo es la avenida Aroma y Ayacucho donde permanece desde las 7:00 de la mañana hasta las seis de la tarde. Para llegar a su fuente laboral hace un viaje diario de casi 20 minutos desde el kilómetro 8 de la avenida Villazón.

Al igual que muchos niños que trabajan en el mismo oficio, él también asiste al colegio en horario nocturno.

La historia de Álex es similar al del resto de sus compañeros. Vive con su madre y sus dos hermanos, su padre que era camionero murió hace tres años en un accidente mientras llevaba una carga de azúcar a Tarija. Desde entonces los problemas económicos comenzaron a crecer en su familia y tuvo que dejar la escuela regular a la que asistía para dedicarse a trabajar.

Su madre trabaja junto a su hermano de siete años vendiendo refrescos cerca de su casa, pero no gana lo suficiente para correr con todos los gastos. Su hermano de 17 años estudia para mecánico y trabaja en un taller también para colaborar en su casa.

Por la lejanía que hay entre su casa y su trabajo, Álex se queda todo el día en la calle, almuerza con sus amigos cerca de la parada de los trufis.

“Todos los días como los pollos que venden los chinos y cuando no tengo dinero o sé que no me va alcanzar no me compro nada. Si me pagan bien me alcanza hasta para ir un rato con mis amigos a los juegos electrónicos a distraerme un poco”, dijo.

Álex cursa el cuarto de primaria en una escuela nocturna cerca de su casa, y a pesar de tener los pies cansados por estar todo el día parado no deja de asistir a la escuela “porque no me gusta faltar”.

Cuando no tiene clases o está de vacaciones también aprovecha la noche para seguir trabajando como voceador, pues aseguró que es uno de los horarios donde más puede hacer unos pesos para cooperar con la familia.

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