Sensación de vacío, cansancio, falta de motivación son indicios de que nuestra vida laboral está en crisis. A veces cambiar de empleo o iniciar otra actividad, aunque sea menos rentable, nos ayuda a mejorar nuestra calidad de vida. Es importante hacer un quiebre y realizar una actividad paralela que se disfrute para evitar la saturación
Cuando Pep Guardiola anunció oficialmente que dejaría de ser el técnico del club Barcelona, fueron muchos los que lanzaron el grito al cielo. Le llovieron las críticas por dejar al equipo de fútbol más exitoso de los últimos años. Un proyecto del que él era el gestor y que ha sido ejemplo y la envidia de muchos otros clubes. Con su decisión el técnico catalán abandonaba un cargo que le había dado popularidad internacional y millonarios ingresos. Hubo incluso los que le llamaron ‘cobarde’ y lo criticaron por ‘abandonar el barco antes de que se hunda’.
Pero la decisión de Guardiola ya estaba tomada y cuando le tocó hablar explicó: "La razón es simple. Cuatro años desgastan mucho y, por eso, sobre el mes de octubre (2011) comuniqué al presidente que mi final estaba cerca. Estar sentado día tras día es una exigencia muy alta. El que venga necesita mucha energía", dijo el ahora ex técnico del Barcelona.
No era para menos, los que lo conocen de cerca lo describen como una persona dedicada ciento por ciento al trabajo y él mismo ha confesado de que días antes de cada partido se encerraba por horas para analizar al rival y definir la estrategía de cada encuentro. A ese ritmo ha vivido los últimos años. Sin embargo, parece haberse dado cuenta de que lo que más le apasiona también puede ser lo que más lo ha desgastado.
En nuestra vida laboral, cualquiera sea el oficio, suele ocurrir una situación parecida. El trabajo que realizamos deja de interesarnos, nos sentimos sin energías para continuar y terminamos haciendo las cosas de manera mecánica y sin el placer que alguna vez sentimos. Sin embargo, tampoco nos atrevemos a cambiar de empleo o modificar nuestros hábitos.
Por eso, los que de verdad se animan a realizar ese cambio, como lo hizo Guardiola, no es que den un paso al costado, sino que más bien dan un paso al frente, reflexiona la sicóloga empresarial Jeannete Paredes.
“He conocido gente que ha decidido culminar una etapa laboral y reiniciar otra, que les resulta más placentera, pero les dicen ‘cobardes’, ¿cómo podés hacer eso?, ‘sos un irresponsable’y muchas otras cosas más, porque socialmente estamos valorados como personas eficientes a partir del trabajo. Aceptar y apoyar que de pronto alguien renuncie a todo, porque ha entrado en alguna crisis emocional y quiere restructurar su vida es visto con asombro y se censura su actitud”, dice Paredes.
Muchas de estas personas que toman una decisión drástica y deciden cambiar de lugar de trabajo o de actividad explican su proceder como que sienten una especie de vacío existencial. Sienten que no están aportando como deberían o como quisieran, pese a que ya hayan alcanzado grandes logros en su rubro .
DARSE CUENTA
¿Cuándo uno debe darse cuenta de que está camino a una crisis emocional a consecuencia del trabajo?
Los especialistas indican que la manera en la que estructuramos nuestro tiempo es un buen indicio para darnos cuenta de ello.
Es decir, si casi todo nuestro tiempo lo dedicamos a trabajar, ese ya es un indicador que nos tiene que llamar la atención. Parece sencillo darse cuenta, pero muchas veces no lo hacemos. Por ejemplo, cuando en nuestra casa o nuestros ratos libres seguimos conectados con la oficina a través de la Internet o a través de mensajes vía celular.
Otros indicadores se manifestan en nuestro cuerpo, como el insomnio, la inapetencia, cuadros de ansiedad, trastornos como la gastritis, úlceras y hasta problemas cardiácos.
“Algo está pasando y como no queremos escucharnos, el cuerpo empieza a hablar, enfermarse y desencadena en un ataque de pánico, un estado de ansiedad muy alto que no es el que tenemos todos cuando estamos en una época de mucho trabajo, sino que se presenta como una ansiedad agobiante que empeora nuestra calidad de vida”, explica Paredes.
ADICCIÓN
Antiguamente la idea de un empleado eficiente y modélico era la de aquel que llegaba primero y salía de último, el que no tomaba vacaciones o que las sacrificaba en función de las necesidades de la empresa. Incluso su tiempo libre los dedicaba a resolver problemas de su empresa o negocio. Hoy esa actitud es considerada una adicción y a los que la padecen se les llama trabajólicos. El término fue utilizado por primera vez a principio de los años 70 por Wayne Oates, un pastor protestante estadounidense que en su libro autobiográfico se definió como trabajólico. Esta clase de personas hacen de su oficio un refugio, porque sus relaciones de pareja, con sus hijos, familiares y amigos se han deteriorado.
RETOS
Podemos darnos cuenta de que estamos perdiendo las ganas por nuestro trabajo cuando sentimos que ya no nos ofrece nuevos retos personales. Fue justamente eso lo que sintió Fabiola López cuando decidió dejar una exitosa trayectoria de ocho años en una conocida empresa petrolera, donde ejercía de analista en Comunicación Interna, para crear una empresa de eventos infantiles.
Fabiola recuerda que las únicas personas que la apoyaron fueron su esposo y sus padres.
“Renunciar significaba dejar la estabilidad laboral, sueldo fijo, buen salario y un buen ambiente laboral. Todo el mundo me miraba como con un signo de interrogación y me preguntaba ¿por qué lo estaba haciendo?, ¿por qué no te quedás tranquila?, me decían, pero lo más fácil es quedarse en el mismo lugar. No salir de esa zona de confort para ir a buscar algo mejor. Siempre le tenemos miedo al cambio. No fue fácil, pero las cosas hay que intentarlas y hacerlas. No me arrepiento fue y es una buena decisión que tomé”, admite la comunicadora social que con su empresa para eventos de niños fue pionera en el rubro en Santa Cruz y actualmente ha extendido sus actividades con una consultora de Comunicación Interna, lo que considera su verdadera pasión.
DISFRUTAR DE OTRAS ACTIVDADES
La pérdida de interés en el trabajo que uno realiza no implica que obligatoriamente se tenga que cambiar de empresa o de actividad, porque es probable que si no se da cuenta en lo que está fallando, vuelva a repetirlo en su nuevo trabajo o emprendimiento.
“Considero que es fundamental crearse espacios para uno mismo. Hacer actividades que de verdad no tengan nada que ver con la profesión. Cosas con las que uno goce y se deleite. Es importante hacer un quiebre con el ambiente laboral y hacer algo que sea relajante. Esas actividades pueden ser diarias o tal vez semanales, pero que se incorporen a nuestra vida cotidiana y nos ayuden a salir de ese engranaje que es el trabajo”, aconseja Paredes.
Esos espacios pueden ser desde asistir a un gimnasio, hasta reunirse con amigos y familiares de manera periódica. “De todos los otros ámbitos nos vamos nutriendo y así iremos logrando nuestro equilibrio emocional”, sostiene la sicóloga.
Otro aspecto importante son las vacaciones y periodos de descanso. Hay que aprovechar esos momentos para desligarse de cualquier asunto relacionado con la empresa u oficina en la que trabajemos. Para ello es bueno apagar el celular y la computadora.
Pero para que las personas se sientan felices en lo que están haciendo debe ser un aspecto que no pueden descuidar las empresas las que “deben ser capaces de tomar conciencia de las necesidades de los trabajadores, y abrir un diálogo en el que puedan expresar qué es lo que desean y qué es lo que los hace sentir plenos, lo que servirá para alinear las posturas diferentes que existan”, opina Javier Caparrós, director del sitio en la Internet Trabajando.es, que aborda temáticas laborales.
Lo cierto es que aunque suena cursi, lo importante es que usted se sienta feliz donde desarrolla su oficio; cuando eso empieza a fallar o ya no encuentra motivación, intente buscar soluciones.
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