Una evaluación del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), a propósito de la reposición salarial para los trabajadores en el orden del 8% y de 20% al salario mínimo nacional arroja como resultado que "la realidad del trabajador asalariado en Bolivia es que gasta más en alimentos y que tiene un 39% de incidencia en la canasta básica familiar".
"La realidad del trabajador asalariado en Bolivia es que gasta más en alimentos (el componente con mayor peso en la canasta básica familiar, con 39%). La mitad de los hogares a la cabeza de un obrero o un empleado podía cubrir la alimentación de su familia pero a costa de no poder garantizar la satisfacción de otras necesidades esenciales", afirma en uno de sus resultados.
Ven un desigual reparto del ingreso. A diciembre de 2011, el costo de la canasta básica familiar calculado por el Cedla fijaba el mismo en 4.534 bolivianos; "es decir, que con su ingreso familiar los obreros apenas podían cubrir el 44% de ese costo, y los empleados el 55% de esa canasta". "Siguiendo una tendencia que se inicia en años anteriores, el 2011 los hogares con jefes de hogar asalariados ya tenían ingresos familiares inferiores al promedio (3.609 bolivianos). La mitad de los hogares de obreros solamente tenía un ingreso familiar de 2.000 bolivianos o menos, y la mitad de los hogares de empleados de 2.500 bolivianos o menos, con un promedio de dos ocupados en ambos casos", observa el Cedla. En vista del escenario descrito, el Centro de Investigación en temas laborales señala que "los incrementos salariales recientes, que reiteran la vieja política de contención salarial desplegada desde hace mucho tiempo, no contribuyen a mejorar la calidad del empleo de los trabajadores en el país". "Seguir por el camino de volver inestable el trabajo y contener los salarios, solo sirve para perpetuar la pobreza que se origina en el mercado de trabajo", advierte.
Análisis del Cedla
La economía crece y los salarios aumentan, pero lentamente
El análisis del Cedla encuentra que mientras la economía crece, los salarios aumentan lentamente en unos casos y se estancan en otros. "Esto no significa otra cosa que las ganancias aumentan", asevera.
El reparto del ingreso disponible entre capital y trabajo muestra que la parte que se queda en manos de los asalariados siguió disminuyendo hasta el 26% el 2011. "El descenso constante de la participación salarial en casi 10% desde los inicios de la década pasada significa que la tasa de explotación va en aumento en el país, explicando la lenta evolución salarial", afirma el Cedla en su análisis.
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