28 mayo 2013
El salario bajo no estimula el ahorro
Lo que se debe entender es que a partir del 2008 el mercado laboral en el país se fue volviendo más precario, y la informalidad y la baja capacitación son las características dominantes.
El mercado laboral urbano en un 65%, datos de 2012, demanda una mano de obra no calificada, en el comercio no se pide administradores de empresas, en la construcción no se busca arquitectos y en la minería los ingenieros son los menos, en todo caso respectivamente se piden buenos vendedores, albañiles con experiencia y mineros que sepan de su trabajo.
Ante esta situación los salarios también son el reflejo de esta realidad laboral. Se paga por lo que se puede obtener de una persona que carece de estudios universitarios o terciarios.
Esta situación se refleja en la baja capacidad de ahorro de estos sectores con menores ingresos, pues del 100% de sus salarios, un 45% lo destinan a la compra de alimentos y un 15% a la adquisión de vestimenta.
Por lo que es casi imposible pedirles a estas personas una cultura del ahorro tradicional, pero en occidente hay una cultura de la previsión que apunta al ahorro en especies (alimentos).
Pues si hay un ingreso extra (bonos o aguinaldo) en vez de un kilo de azúcar, se compra un quintal, lo mismo pasa con lo útiles escolares que si se puede se los compra por docena o caja.
Por todo lo planteado está claro que un salario bajo no estimula el ahorro tradicional, ese que permita planificar a corto o mediano plazo.
Es cierto que en los bancos los depósitos han aumentado, pero este dato tiene sus variables
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