24 enero 2013

WORKAHOLIC

Si eres de las que no paras de revisar tus emails, tu cama se convierte en un escritorio improvisado y crees que siempre te falta algo por hacer... eres una “workaholic”. Lo irónico de esta situación es que tiene el efecto contrario: tu productividad disminuye. “El perfeccionismo prevalece sobre la eficiencia. Un workaholic pasa tiempo innecesario en un proyecto, repasándolo una y otra vez antes de entregarlo”, dice Bryan E. Robinson, psicoterapeuta y autor de Chained To The Desk: A Guidebook for Workaholics.

Las adictas al trabajo, si no están en la oficina, están prendadas a sus smartphones y PCs viendo temas laborales. Pero apuntar el dedo a la tecnología por ser workaholic es como culpar al supermercado por ser adicto a la comida, dice Robinson, recalcando que trabajar duro y tener acceso fácil al trabajo no convierte a alguien en un workaholic.

“Es importante comprender el contexto. La diferencia entre alguien que es un verdadero workaholic y alguien que es un buen trabajador es que un workaholic sueña con estar en la oficina cuando está esquiando, mientras que un buen trabajador sueña con estar esquiando cuando está en la oficina”, explica el experto.

¿Perfeccionista, controladora, obsesiva? Las tres. Una de las principales causas de la adicción al trabajo son las ansías por ejercer control desmesurado de las cosas; quieres estar a la cabeza de todo lo que pasa y buscas hacer todo a la perfección. Temes cometer errores, te persigue la duda frente a tus acciones y el temor a equivocarte con tus decisiones, te lleva a la obsesión.

¿Día festivo? Sientes que en los momentos que le dedicas al ocio, estás perdiendo el tiempo y siendo poco productiva. Una mujer “workaholica” está convencida que en ratos libres debería estar trabajando y pasa el fin de semana adelantando tareas porque “nadie más puede hacerlo”.

Nervios comprometidos. Desde que te levantas vives en estado de alerta: ocupada, apurada, afanada y con la energía a mil. Permaneces tensionada, preocupada y no te relajas fácilmente. Haces varias tareas al mismo tiempo y cada una es más importante que la anterior, así que no puedes ni delegar ni dejarla para después.

La mejor o la peor. Los especialistas en el tema afirman que quienes son adictas al trabajo, sufren un sube y baja con respecto a su autoestima: hay días en que sientes tu ego en el cielo porque “todo lo haces perfecto”, y otros en los que tu autoestima está por el piso y crees que por más que te esfuerzas, todo te sale mal.

Sin vacaciones. No hay un momento para el relax o para apartar la idea obsesiva de trabajar. Tus fines de semana se convierten en tortura porque sientes que dejaste algo pendiente; no tomas vacaciones y nunca sales a la hora dictada: siempre te quedas hasta más tarde.

Trabajar sin descanso no resulta productivo

Mientras trabajas, buscas una receta, posteas fotos en Facebook y respondes emails no urgentes. El resultado: empleaste mucho más tiempo de lo que hubieras tardado si te mantenías alejada de la llamada “zona gris”. Cuando no aprovechas bien el tiempo, pero tampoco te desconectas y descansas, te encuentras en este transitado territorio, donde emprendes tareas que no tienen un final ni comienzo definidos. Pero entre los horarios y la omnipresencia de las redes sociales y nuevas tecnologías, muchas caemos en esta “zona gris”. Warren Davies, el blogger que puso nombre a este limbo, nos da tres recomendaciones:

1. Planea. Ajústate a un plan, funciona mejor saber exactamente qué necesitas hacer cuando te sientas a trabajar. Cuanto más concretos seamos, mejor. De otra forma, caes en la zona gris mientras decides qué hacer.

2. Márcate metas en el tiempo. Define tareas concretas para realizar en un plazo determinado. Y es que desperdiciamos mucha energía sin tener claro a dónde queremos llegar, lo que se convierte en una mezcla de trabajo, distracción y ocio. Todo cambia si definimos exactamente qué acciones realizaremos y cuánto tiempo necesitan.

3. Fíjate un horario. Una vez transcurridas las horas fijadas en este horario, deja de trabajar y disfruta de los momentos de ocio previamente planeados. Esto es así porque te fuerza a ser más productivo en el tiempo que dispones, de manera que tu eficiencia mejora

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