01 mayo 2016

Oficios que perduran en el tiempo

Reconocimiento. Un cartero y una mujer zapatera, dos testigos de la supervivencia de algunos trabajos que tienden a desaparecer con el tiempo; en contraposición a una ingeniería biomédica, que refleja la tendencia de las nuevas profesiones vinculadas a la tecnología.

Hoy, primero de mayo, Día Internacional del Trabajo, el mundo recuerda -en casi todos los países del mundo- la importancia del trabajo digno y el respeto de los derechos del trabajador.

En este día tan importante, la revista Así quiere rendir su homenaje presentando a los lectores el trabajo que realizan tres personas, que dedican su experien- cia, conocimientos y esfuerzos al servicio de la sociedad.

Dos son oficios que todavía perduran a través del tiempo y, el tercero, una profesión nueva, que es solo un ejemplo del desarrollo laboral moderno, donde el avance de la tecnología juega un rol innegable y marca las nuevas tendencias.

SEÑOR... SU CORRESPONDENCIA

José Gutiérrez Escobar es uno de los carteros veteranos de la Empresa de Correos Bolivia (Ecobol); aunque su vida laboral en realidad comenzó en la empresa de Courier Express Mail Service (EMS), a los 22 años. Desde entonces, su cotidianidad comenzó a girar en torno a papeles, cartas y paqueterías que tenía que entregar diariamente.

Desde su primer día de trabajo, un maletín de cuero y un libro de firmas, son sus fieles compañeros de cada jornada. En estos 28 años de servicio, llegó a memorizar los nombres y las direcciones de las personas que recibían correspondencia con regularidad. Sin pensarlo, crearon un vínculo imperceptible; él se había convertido en el emisario de las buenas y malas noticias.

En la actualidad, José Gutiérrez cubre el recorrido de Alto Queru Queru, Sacaba y Lomas de Aranjuez; pero en 1988, cuando inició con esta tarea, tenía que hacer el recorrido por toda la ciudad, puesto que era el único cartero de la empresa “EMS”.

“Primero recorría a pie el centro de la ciudad, unos tres manzanos a la redonda de la oficina central, ubicada en la avenida Heroínas y Ayacucho; luego, tenía que ir en moto a los lugares un poco más alejados e incluso salir a localidades provinciales, como ser Melga, Punata y otros pueblos del valle cochabambino”, asegura Gutiérrez.

La jornada laboral de José se inicia todos los días a las 9:00 de la mañana cuando recoge los paquetes de la oficina central en su moto y traza mentalmente su ruta de entrega; claro, ahora domina los barrios y las calles de la ciudad.

“Antes no era tan fácil, como no conocía las direcciones tenía que darme modos; por eso, cuando no encontraba alguna dirección me acercaba a un taxista para que me ayudará”, recuerda.

Luego de ocho años de actividad en EMS, se incorporó al servicio de carteros urbanos de la Empresa de Correos Bolivia (Ecobol), que en aquel entonces tenía a 12 carteros que entregaban la correspondencia en bicicleta.

Para este trabajador, su oficio está lejos de ser prescindible en la sociedad, puesto que diariamente reciben varias toneladas en paquetes para entregar.

Entre sus recuerdos más agradables, en el desempeño de sus funciones, José Gutiérrez recuerda aquellas entregas que lo llevaron a estrechar las manos de aquellas personas -que en su momento llegó a admirar-, como los expresidentes Gral. Guido Vildoso y Tuto Quiroga; y el cantante Elmer Hermosa, quien luego se convertiría en su padrino de bodas.

Pero, también tiene experiencias que quisiera olvidar, como aquella tarde cuando llegó a una casa para entregar una carta y un perro salió de sorpresa y le mordió la mano, o cuando fue embestido por un auto en una de las calles de su ruta de entrega.

José llegó a ocupar el cargo de jefe de carteros de la Sección Urbana y la jefatura del área de Aeroexpedición.

En el campo personal, tiene dos hijos con su esposa Ana Bautista Mendoza y está orgulloso de que su salario le permita dar una vida digna a su familia. “Quiero jubilarme de este cargo, porque estoy orgulloso de mi trabajo”, finalizó.

Arreglo de zapatos

Los zapatos no son como los de antes, ahora, la mayoría están fabricados con materiales sintéticos que no duran mucho. Muchos prefieren desecharlos y comprar otro par, antes que llevarlos a reparar.

Sin embargo, hay otro grupo de personas que sí opta por acudir a un zapatero para alargar la vida de su calzado.

Casi todos trabajan en las calles o mercados, pocas zapaterías funcionan en un local fijo, una de ellas es la “Zapatería Gentleman”, ahora ubicada en la calle Mayor Rocha entre Ayacucho y Junín.

Tiene alrededor de 72 años de servicio en el rubro. Su propietario original, Juan Mario Zabalaga Llanos, reconocido jugador de fútbol que participó de la gloriosa selección de 1962, fue el visionario que abrió las puertas de este local cuando tenía 26 años de edad y aún estaba soltero.

“Por esos años, la población requería mucho los servicios de una zapatería, llegaron a trabajar hasta 11 operarios en horario continuo”, afirma Nora Villarroel vda. de Zabalaga.

Las cosas cambiaron tras el fallecimiento del propietario en 2004; la zapatería pasó a manos de su sobrino, Alberto Herrara, quien tomó las riendas del oficio por el lapso de nueve años, hasta que también falleciera.

El 2013 se hizo cargo del negocio Paola Cecilia Villarroel Villarroel, “practicamente había crecido en el taller, porque mi tía era la propietaria, nunca pensé hacerme cargo de ella sola”, afirma.

Al tomar el control del negocio, me di cuenta que tenía la presión de mantener el servicio de calidad que caracterizaba a la empresa familiar. “No tenía operarios, por ello debí aplicar lo que yo sabía y me animé a prender las máquinas”, cuenta Paola. Fue complicado porque cada máquina realizaba un trabajo específico y se tenía que dominar el manejo de por lo menos seis, para ofrecer un servicio normal y de calidad.

Paola es la primera en llegar todos los días al taller, a las nueve de la mañana, para comenzar a organizar el trabajo de cambio de platillas, el pegado de suelas y cambio de color a las carteras de cuero. Ahora, tiene un ayudante.

Aunque los costos que cobra no son muy elevados y dependen del tipo de refacción a realizar, este oficio le genera los recursos económicos necesarios para ganarse la vida de forma digna.

“Una vez que comienzas a trabajar con el cuero, te dejas atrapar y agarras cariño al oficio de zapatero”, asegura Paola Villarroel.

Cuidando los equipos

El mundo sigue desarrollando y evolucionando tecnológicamente, razón por la cual comenzaron a surgir nuevas profesiones, las cuales se encargan de atender y cuidar los requerimientos vigentes en todas las áreas, con el objetivo de ofrecer mayor calidad de vida.

Entre las nuevas ocupaciones se puede mencionar algunas: programación de app móviles, e-commerce, diseño web. En esta oportunidad, se muestra el trabajo de una ingeniera biomédica.

Gabriela Siles Paredes es responsable biomédica del Instituto Gástrico Boliviano Japonés (IGBJ). Tiene 25 años y, a pesar de su juventud, logró ganarse el cariño y respeto de sus compañeros.

“La gente ignora cuál es mi área de trabajo, siempre me confunden con una ingeniera química o piensan que solo me encargo de reparar equipos médicos; si bien este último aspecto tiene cierta correlación con mi área de trabajo, no es del todo acertada”, asegura Siles.

De acuerdo a Gabriela, la ingeniería biomédica es el resultado de la aplicación de los principios y las técnicas de la ingeniería al campo de la medicina.

Existen tres áreas de trabajo: investigación para desarrollo de dispositivos médicos y de diagnóstico; trabajo en gestión o administración de los recursos técnicos desarrollados en un sistema de hospitales y, finalmente, control y reparación de equipamiento.

“Creo que pocas personas se preocupan por la seguridad del equipo médico en los hospitales”, afirma Gabriela Siles.

Ella se encarga de estudiar las propuestas antes de adquirir los equipos, cuidando los fondos económicos para realizar una inversión eficiente, controlar la certificación y entrega de su garantía; además de supervisar el buen funcio- namiento de los mismos, a través de parámetros científicos.

“Yo debo estudiar el equipo y determinar, a través de fórmulas científicas, su rendimiento y así prever cuando tiene que someterse a mantenimiento o reparación; en otras palabras yo me encargo de mantener los equipos en óptimas condiciones para cuidar la salud del paciente”, dice Gabriela.

Con apenas tres años de carrera profesional, esta joven tiene a su cargo a una de las instalaciones hospitalarias más importantes del departamento.

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