13 mayo 2016

Sistemas: un impenetrable mundo


Si hay un grupo de personas cuyo trabajo es absolutamente desconocido por el resto de la organización, pues esos son los de sistemas. Nadie sabe qué hacen y cómo llegan a sus objetivos; cómo se especializan y cómo resuelven los intríngulis más complejos de una empresa. Pero lo hacen.

"Nunca le pregunte nada a un integrante del equipo de sistemas. No están preparados psicológicamente para contestar. Ellos resuelven, en silencio. Sólo dialogan con las máquinas”, dice, sombrío como nunca, un gurú del sector.

Así son "los de sistemas”, integrantes de una porción cada vez mayor de las compañías, tan imprescindibles para los negocios modernos como incomprendidos por sus compañeros de trabajo.

Lo primero que hay que saber es que en ese universo llamado "los desistemas” (sí, así, como se pronuncia sin espacio entre "de” y "sistemas”) conviven especies variadas. "Sólo ellos saben los límites entre las responsabilidades y los oficios de unos y otros. No se le vaya a ocurrir preguntar”, advierte el gurú.

Lo primero que hay que saber es que no será posible conocer su arte. Desarrolladores Java, operadores SAP, programadores, otros consultores Oracle, soporte técnico, analista programador, analista funcional de aplicaciones o auditores de sistemas. Hay también analista funcional de aplicaciones, responsables de seguridad informática o programadores Linux, por no pensar en los responsables de la tecnología cloud o en los analistas de incidentes de los llamados help desks, más conocidos como mesas de ayuda.

A toda esta terminología, en la lengua casi secreta de estos especialistas, se tiene que agregar los de los virus que aparecen cada día o cada semana; el último es uno que se mimetiza como un mensaje de una persona conocida y que secuestra los documentos del ingenuo que los activa, hasta que el usuario pague un rescate, y ante el cual los desistemas, invariablemente, remiten mensajes para que los integrantes tomen las medidas que el caso aconseja. Aunque muchas veces tal comunicación no es efectiva y entonces el equipo se concentra en combatir a los huéspedes indeseables del sistema.

La especificidad de sus artes los tornan únicos e irreplicables. Si una tarde un experimentado consultor SAP o un programador Java se resfría, pues nadie tomará su trabajo. Todo se hará a su regreso.

En lo que atañe a la relación con otros miembros de la organización, como bien dijo el gurú, los desistemas nunca contestan cuestiones técnicas. O son sordos o prefieren callar, una de dos. Lo cierto es que se sientan frente a sus computadoras o máquinas ajenas, lo mismo da, y allí empiezan el diálogo con el inanimado sistema. Sólo largan un par de frases relacionadas con las contraseñas. Nada más. Saben que cualquier explicación que den caerá en saco roto. Ni se molestan, entonces.

Otra de las características que tienen es que son consultados por innumerable cantidad de nimiedades que generalmente no suelen importarles.


Los desistemas andan por los pasillos de la compañía y, al paso, los otros empleados los aprovechan como para preguntarles por qué la computadora de su casa anda lenta o si tienen idea cómo bajar un antivirus para luchar contra piratas y enfermedades en las PC. Es imposible que una persona que no sabe nada del asunto -la gran mayoría de los mortales- pueda entender si un hombre desistemas que lo puede todo no sepa resolver un problema de PC doméstico.
"Se olvida de algo. Vaya a sus escritorios, hay muñequitos y robots. Y muchos de La guerra de las galaxias. Les encanta”, dice el gurú.

(*) Tomado de La Nación de Buenos Aires, Argentina.

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