02 marzo 2015

El trabajo infantil se arraiga en la capital

Pese a las intenciones que realizan las autoridades departamentales y municipales, el trabajo infantil es un problema que crece en la capital cruceña y que cada vez expone a más niños a la vulneración de sus derechos.

De acuerdo con la Fundación por la Niñez y Adolescencia (Sepa), son alrededor de 1.500 los niños y adolescentes que deben realizar trabajos de supervivencia e interactuar con los riesgos que implica convivir en la calle.

'Hay experiencias exitosas que se pueden imitar'. Si bien el director de esta institución sin fines de lucro, Guillermo Dávalos, destaca que son alrededor de 400 los niños que viven en situación de calle y que han perdido vínculo con sus familiares por diversos motivos, indica que esta cifra tiende a ir en aumento si se toma en cuenta que en las calles y rotondas está la sombra de la droga y el alcohol, vicios a los que están expuestos día a día además de otras situaciones de violencia.

A su criterio, es necesario crear programas de fomento a la educación y alivio a la pobreza desde los mismos distritos."Es posible revertir esta situación con políticas e inversiones que vayan a los barrios", señaló.

El experto puso como ejemplo el caso del Distrito 12, que lidera la cantidad de niños que deben salir a trabajar a las calles para subsistir, allí gracias a convenios con organismos internacionales, se ha logrado apoyar a las familias pobres, dotando de apoyo económico, logístico y alimenticio para que 1.200 niños dejen las calles y vuelvan a las escuelas. "De todos los menores, el 90% de ellos pasó de curso y el 23% fue mejor alumno, esto es una prueba de que se puede cambiar el futuro de la niñez. Esta iniciativa debería ser imitada por las autoridades", dijo.

Se requieren políticas profundas, no operativos para criminalizarlos. Por su parte el representante del Defensor del Pueblo en Santa Cruz, Hernán Cabrera, lamentó que además de la problemática que enfrentan centenares de familias de extrema pobreza, en la ciudad se incrementa la cantidad de padres de familia que obliguen a sus hijos a trabajar. "Este es un problema que se debe trabajar con profundidad y no como operativos policiales donde a esta gente se la ve como criminales. Hay que verlo con un proceso de tratamiento familiar y psicológico", destacó Cabrera, quien pide reforzar políticas para este sector.

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