La determinación del incremento salarial del próximo año, basada única y exclusivamente en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) o el índice inflacionario del año anterior, como lo viene haciendo hasta ahora el Gobierno, puede ser una solución práctica, pero quizá demasiado simple, y en ocasiones hasta injusta, pues ni todos los trabajadores aportan lo mismo a la empresa, ni todas las empresas están en las mismas condiciones.
Así lo enunciaron hace unos días los empresarios privados en un comunicado, pero también lo respaldan otros analistas consultados por este medio.
Para el economista Roberto Laserna, hay muchos otros aspectos que deben considerarse para el incremento salarial, pues al margen del IPC deberían entrar en juego la productividad del trabajo, el aporte real a la eficiencia de la empresa de cada uno de los trabajadores, las condiciones tecnológicas, las condiciones de mercado y otros.
Para el docente de economía de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Osvaldo Gutiérrez, hay que tomar en cuenta que la inflación real en Bolivia puede ser muy distinta a la que toma el Gobierno, pues hay una inflación general, que incluye maquinaria y otros, mientras que la inflación de los alimentos y servicios (muy acelerada en nuestro medio), puede hacer variar las cifras, incluso elevando el porcentaje real de inflación.
Según explica Laserna, antiguamente el incremento salarial basado exclusivamente en el IPC era una práctica tomada por el Gobierno, pero que sólo alcanzaba al sector público. En algún momento, la fórmula se la aplicó también al privado. Los empresarios, al principio, no hicieron mayores objeciones porque el IPC no era tan alto como en la actualidad. Es lógico que ahora haya objeciones.
Para el expresidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Armando Méndez, el incremento al salario mínimo tiene impacto sobre toda la curva salarial, aunque la señal gubernamental a los privados sea “aumenten más a los que menos ganan”. Según Méndez, el Gobierno no se percata de que “el salario es un pago a la productividad individual, muy diferente entre los trabajadores. Parecería que el Gobierno no sabe que las productividades entre las empresas también son muy diferentes. A algunas les va muy bien y pueden aumentar, para otras puede implicar su quiebra”, explica en su artículo “El privilegio de la formalidad laboral”.
Laserna coincide con Méndez en que cada empresa y cada trabajador es un caso particular, por lo que las negociaciones deben ser entre partes, no por decreto. Gutiérrez, en cambio, aboga por buscar el índice real de la inflación y pensar después cómo deben establecerse las negociaciones.
Gabriela Encinas Nava| Asesora Económica FEPC
"Es necesario que frente a un incremento que alarma en el IPC, se consideren más variables (...). Es necesario considerar la productividad (...), si bien, la lógica utilizada hasta la fecha es sólo mantener el poder adquisitivo de los trabajadores incrementado el salario en términos reales, por encima de la inflación pasada, va en contra de velar por la sostenibilidad de fuentes de trabajo, al no considerar la situación sectorial o de productividad de una empresa". (Fragmento boletín)
OPINAN LOS EXPERTOS
Roberto Laserna | Economista
“Entre partes”
Hay que ver en qué medida los incrementos responden a la productividad del trabajo. Alguien que da aportes a la productividad, y contribuye más eficiencia de la empresa, tiene derecho a exigir más, pero un aumento automático de acuerdo a la tasa general de inflación, puede ser injusto para algunos trabajadores y para algunos empresarios. Por eso, hay que ver las condiciones de la empresa, condiciones de productividad, condiciones de mercado, hay muchas cosas específicas que deben negociarse entre partes, no por decreto.
Osvaldo Gutiérrez| Docente Econ.
“Inflación real”
Desde los años 90 los países toman en cuenta en sus presupuestos no sólo la inflación generalizada, sino también la subyacente o no subyacente. En el caso de nuestro país, la generalizada (maquinaria, productos industriales y otros) es relativamente baja, pero si desagregamos el IPC, vemos que los alimentos han ido subiendo de forma mucho más alta. Lo adecuado es hacer una ponderación del índice de inflación y en esa medida se podría encontrar un correlato mucho más objetivo más concreto del incremento salarial.
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