Así como en las calles de Bolivia es muy común encontrar a caso paso a vendedores ambulantes, en varios países de Latinoamérica también hay una gran cantidad de trabajadores ganándose la vida en empleos informales.
Un reporte del Banco Mundial (BM) indica, con datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que nada menos que casi la mitad de la fuerza laboral de la región, o unos 130 millones de personas, es informal.
Pese a que la informalidad cayó significativamente, del 65 por ciento en el 2000, al 47,7 por ciento en la actualidad, el escenario no deja de ser preocupante, apunta el organismo.
"Esta situación implica, aparte de una menor recaudación de impuestos y un freno para la productividad de los países, que un grueso de estos trabajadores no contribuyen a un sistema de pensiones y están desprotegidos. La informalidad, según los expertos, supone un freno para las economías latinoamericanas, cuya productividad se ve afectada por el fenómeno", señala.
¿Quiénes son?
De acuerdo con el reporte del BM, los expertos coinciden en destacar dos grupos diferenciados: aquellos que, al no encontrar empleos atractivos, optan por trabajar por cuenta propia y deciden excluirse de los beneficios del Estado; y los que no logran conseguir un trabajo dentro del circuito de la formalidad, mayoritariamente a causa de su nivel de estudios. El denominador común en ambos casos suele ser que trabajan en pequeñas y medianas empresas.
Una investigación del BM revela que la mayoría de trabajadores por cuenta propia informales tomó esta opción voluntariamente, alegando necesidades individuales, generalmente en busca de flexibilidad e independencia, tales como mejores horarios de trabajo.
Un factor determinante es también la percepción de que los beneficios del Estado son insuficientes. De todas formas, en promedio, una tercera parte de ellos dijeron que preferirían un trabajo asalariado.
“La falta de flexibilidad asociada a los empleos formales y el escaso valor atribuido a los servicios ofrecidos por el Estado hace que algunos trabajadores opten por la informalidad”, explica Julián Messina, economista del BM.
Más y menos informales
La informalidad laboral en Latinoamérica no se distribuye de forma homogénea. En países con una alta renta per cápita como Argentina, Uruguay, Brasil, Panamá o Chile es sustancialmente menor que en Centroamérica, donde puede llegar al 70,7 por ciento de los trabajadores, como en el caso de Honduras, según la OIT.
En cuanto a la composición de género, el 45 por ciento de los hombres y el 50 por ciento de las mujeres trabajan en condición informal. Paralelamente, la informalidad afecta al 56 por ciento de los jóvenes de 15 a 24 años, según el informe.
ESCASA INNOVACIÓN
Hay grandes avances en la reducción del desempleo, pero no en la formalización
En la última década, América Latina creó 35 millones de nuevos puestos de trabajo y la participación de las mujeres en la fuerza laboral se incrementó gradualmente.
Estos logros han hecho que la región tenga una tasa de desempleo —un 6,5 por ciento en 2012— mucho menor a la de algunos países europeos, y similar a la de Estados Unidos. Sin embargo, esta importante creación de empleos sólo ha venido acompañada de una ligera mejora en la formalización, señala el Banco Mundial.
Agrega que gran parte de esto tiene que ver con que las empresas medianas y grandes innovan poco y, al ser poco dinámicas generan poco empleo de calidad, como explica un reciente estudio del organismo.
Ante esta falta de buenos empleos, muchos latinoamericanos optan por abrir pequeños negocios, que tienen un escaso potencial de crecimiento.
Esto implica que la región no está logrando aprovechar al máximo la capacidad productiva de su fuerza de trabajo que es desperdiciada.
Los jóvenes
La situación de crecimiento económico con empleo registrada en los últimos años en América Latina no fue suficiente para mejorar el panorama laboral de los jóvenes, quienes continúan enfrentando un escenario poco optimista en el cual persisten el desempleo y la informalidad, según la OIT.
En América Latina, de acuerdo con el informe, hay unos 108 millones de jóvenes, de los cuales alrededor de 56 millones forman parte de la fuerza laboral, es decir que tienen empleo o están buscando uno.
Los trabajadores de 15 a 24 años siguen enfrentando mayores dificultades para encontrar un empleo, y más aún un empleo de calidad. La tasa de desempleo juvenil continúa siendo el doble de la tasa general y el triple de la de adultos. Además, los jóvenes representan 43 por ciento del total de los desempleados de la región.
Con respecto a la calidad del empleo, el 55,6 por ciento de los jóvenes ocupados sólo consigue empleo informales, lo que implica bajos salarios, inestabilidad laboral y carencia de protección.
¿Qué hacer?
J ¿Qué se debe hacer para lograr reducir la informalidad en Latinoamérica?
J "Para revertir esta situación se necesita generar condiciones para que las empresas crezcan, y puedan así ofrecer más empleos de calidad”, explica Julián Messina, investigador del Banco Mundial.
J El experto argumenta que, al incluir a más trabajadores dentro de los circuitos del empleo formal, los países de la región crearían el espacio necesario para mejorar la calidad de los sistemas de pensiones, salud o infraestructura, entre otros.
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